Relatoría de la Mesa 4

Mesa 4, Soberanía alimentaria

 

Contexto
El tema de la soberanía alimentaria es un tema que está relacionado directamente con el tipo de políticas que hoy se tienen en el país: el abandono al campo, la falta de inversiones suficientes y equiparables a los que se otorgan en otros países, la ausencia de tecnología, la compra en el extranjero de cerca del 70% del maíz que se consume en México, la migración y la compra-venta de tierras por intereses privados, son sólo algunos de los problemas que tenemos y que están relacionados directamente con la pérdida de nuestra soberanía, no sólo alimentaria, sino también como país.

Si entendemos por soberanía alimentaría la capacidad que como pueblos tenemos para producir nuestros propios alimentos y vender los excedentes de la producción a un precio justo, nos podremos dar cuenta que cada vez somos menos soberanos, porque cada vez producimos menos y compramos más; así mismo controlamos menos nuestra producción y cada vez nos controlan más las empresas transnacionales, ya que son ellas las que definen lo que tenemos que producir, cómo producirlo, e incluso la forma de consumirlo.
La política neoliberal nos ha impuesto y condicionado a que seamos consumidores y dejemos de ser productores. Nos hacen consumir productos de los cuales desconocemos su procedencia, su calidad y la manera como fueron producidos.
Los campesinos estamos dejando de producir porque nuestra tierra ya no produce, aún utilizando agroquímicos que nos dijeron nos beneficiarían, estamos dejando la tierra porque cada vez somos más pobres y esa condición la aprovechan los mercados para imponer su visión de consumo, para imponer sus productos e imponer sus precios.
El sistema político nos ha invadido porque utiliza los medios de comunicación para enajenarnos. Los gobernantes han doblado las manos ante las transnacionales y permiten la entrada de productos chatarra que la gente consumimos porque son más baratos, sin pensar que al comprarlos debilitamos más a nuestro país y a nuestros productores.
Las transnacionales cada vez son más poderosas porque hay convenios entre los gobiernos de los países pobres y los países ricos, los cuales determinan que no haya apoyos suficientes e iguales para ambos: nos ponen a competir en desigualdad. Mientras en otros países apoyan a sus productores con muchos subsidios y tecnología, en Méixo sólo nos dan miserias como el PROCAMPO, que además sirven para establecer prebendas políticas a cambio de nuestro voto.
En Guanajuato, por ejemplo, los que trabajan la tierra son los propios mexicanos, pero los dueños de los campos y las cosechas son chinos, estadounidenses o de otras nacionalidades. Ellos tienen el capital, la tecnología y la infraestructura para producir, y nosotros continuamos siendo mano de obra barata.
Nuestro gobierno nos ha negado la tecnología, el capital y la infraestructura, y sabemos que por lo menos tenemos 50 años de retraso tecnológico en comparación con otros países. Sabemos también que son las políticas de las grandes transnacionales las que están imponiendo el modelo político actual, porque nuestros gobernantes no defienden la soberanía nacional bajo el argumento de que somos improductivos y requerimos de productos del exterior. Las transnacionales controlan lo que vestimos, lo que comemos y poco a poco también controlan lo que pensamos. Ellos fijan las reglas y ellos condicionan todo.
Estamos ante un monstruo que necesita de todas nuestras organización para combatirlo. Hemos perdido poder adquisitivo y no hemos logrado sostener nuestra producción a pesar de que nuestro país tiene recursos naturales suficientes. Antes los productores llevábamos comida a las ciudades y hoy tenemos que ir a las ciudades a comprar maíz, frijol y arroz que son los elementos básicos de nuestra alimentación.


Nuestro maíz, base de nuestra cultura, hoy esta en riesgo por la entrada de maíz transgénico que desplaza lentamente a nuestros maíces criollos. En la actualidad el maíz que mayormente se consume en el país es transgénico, lo cual ha generado una dependencia hacia ese tipo de semilla; y peor aún, un desplazamiento y contaminación de nuestras semillas criollas que se constituyen de mas de 3,000 variedades.
Necesitamos hacer frentes amplios para fortalecer la defensa de nuestra cultura, nuestros productos y nuestros mercados. Tenemos que ir región por región y saber lo que producimos en cada una, e impulsar alternativas que nos lleven a dinamizar nuevamente nuestros productos y nuestro mercados. No debemos seguir consumiendo nescafé de la Nestle en regiones donde se produce café con calidad de exportación. No podemos permitir que avance una segunda colonización, pero ahora alimenticia.
Proponemos organizarnos por sectores productivos desde las comunidades a nivel regional y a nivel interregional, porque sólo de esta manera podremos revertir las actuales tendencias del campo.
No debemos permitir que un litro de agua sea más caro que un litro de gasolina. No podemos seguir caminando sin realizar un análisis serio y profundo de lo que nos hace falta construir para resolver la problemática que se relaciona con la pérdida de la soberanía alimentaria.
Debemos retomar el ejemplo de la creación de la policía comunitaria, porque sólo con la reflexión y el análisis de la problemática que en su momento enfrentó, se logró dar una alternativa que hoy es un orgullo para la región. Este ejemplo debe ser el articulador y la inspiración para resolver otros problemas que también se relacionan con nuestros derechos y la impartición de justicia, porque mientras prevalezca el hambre no podemos tener una justicia plena. Sin embrago, aunque la policía comunitaria es un ejemplo de organización, no podemos quedarnos sólo con ese proyecto, ahora debemos construir un proyecto más integral.
Debemos crear e imponer una nueva ideología para la producción y el mercado de este país y dejar de imitar lo que nos ofrecen en otros lados. Debemos valorar el esfuerzo de nuestro productores para ofrecernos productos buenos y a un precio justo porque solo de esa manera podremos debilitar a los mercados actuales que nos excluyen y nos ponen a competir en desigualdad de circunstancias.
Debemos, necesariamente, recuperar el poder político de nuestras regiones porque la soberanía esta íntimamente vinculada con el poder. Un pueblo sin poder no es soberano, un pueblo sin poder es sojuzgado fácilmente y, por lo tanto, le imponen cómo debe ser y cómo debe comportarse, aun y a pesar, de que lo empobrezcan más. El poder es fundamental para recuperar nuestra soberanía y para ello debemos trabajar en cada asamblea, reflexionando sobre el tema, para encontrar algunas ideas que le den dirección a lo que debemos enfrentar.
Ser soberano es tener poder, porque tener poder significa ser libres para definir nuestro propio destino. La soberanía trata de la dignidad de las personas y sin poder se lastima la dignidad. Con poder seremos más libres y por lo tanto seremos más sujetos y no objetos.

En síntesis:

• Sin alimentos no podemos tener soberanía. Con alimentos tenemos salud, armonía en el cuerpo y mente y con nuestros semejantes. Si tenemos alimentación, esto nos permite solucionar otras necesidades como la vivienda, el vestido y el empleo.
• Otro aspecto fundamental es la educación, ya que sin ella no vamos a poder llegar a la soberanía. Es necesaria la construcción de conocimientos que nos ayuden a cambiar actitudes y aptitudes para fortalecer nuestra movilidad social.

• También es importante el rescate de nuestra cultura, porque ésta nos da identidad para rescatar nuestra herencia, la cual proviene de raíces más profundas.
• La sobe
ranía nace de nuestro propio pueblo y, por lo tanto, debe ser un proceso paulatino, de discusión social amplia e incluyente, porque un proceso son todas las actividades que se van relacionando para llegar a un propósito común y éste debe ser: construir una nación más justa.

• PROPUESTAS

1. Construir procesos que nos lleven al poder, pues la soberanía no es un concepto, es un proceso que nos permitirá recuperar nuestra dignidad como personas y como pueblos.
2. Formar una comisión de enlace para la articulación del trabajo organizado.
3. Construir procesos y ejes articuladores de organización a partir de las asambleas comunitarias locales y el establecimiento de mecanismos regionales e interregionales.
4. Tener reflexiones por comunidad para ver lo que se produce y, a partir de ahí, construir las diferentes propuestas acordes a la realidad de cada comunidad.
5. Los grupos organizados debemos practicar valores culturales, pues no todo lo resuelve el dinero; por lo tanto, debemos incentivar el trueque y el “cambio de brazo” o tequio.
6. Organizar brigadas, es decir, hacer nombramientos por comunidad para que recorra las comunidades y hablen con los productores para reflexionar sobre como hemos perdido nuestra cultura.
7. Debemos crear procesos de unidad entre organizaciones para la comercialización, y en ese sentido los compañeros que viven en las ciudades pueden ayudarnos promoviendo y consumiendo lo que producimos.
8. Debemos iniciar un proceso educativo orientado a fortalecer nuestra visión alimenticia.
9. Tenemos que promover e impulsar el uso de productos orgánicos y dejar de utilizar agroquímicos.
10. Tenemos que realizar encuentros de intercambio de experiencias con otros estados.
11. Podemos aportar alimentos en próximas reuniones, de tal modo que hagamos de nuestros sueños realidades concretas.
12. Hacer pactos entre compradores y consumidores.
13. Intercambiar o vender productos entre la parte alta y baja de la sierra.
14. Armar un encuentro entre organizaciones para empezar a organizar un tianguis diferente, un tianguis que busque equidad entre los productores y consumidores.

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