¿Y Pinochet cuando se fue?

“¿Quién quiere aplicarnos la ley antiterrorista? Nos detienen una noche, nos torturan todo el día, nos enseñan la cara oculta que se esconde en comisarías, otro joven secuestrado por enfrentarse al estado, por ello pedimos ¡Su libertad! ¡Abajo la ley antiterrorista!” Los muertos de cristo.

La serie de terremotos que recientemente sacudieron chile parece no quedar atrás, la víctimas y los sobrevivientes tardaran años en reconstruir no solo sus hogares, sino también sus vidas que marcadas por un desastre natural fueron expugnadas por un sistema desigual producto de políticas económicas neoliberales y continuidad represiva presente desde septiembre del 73.

Aunado a las consecuencias materiales inmersas en las debilidades de dicho sistema el pueblo chileno padece la alternancia democrática fuertemente marcada por la regresión constante a la época de la dictadura (1973-1990) que comandada por Augusto Pinochet, las libertades mínimas quedaron hechas añicos, suprimidas por la plutocracia fascista aposentada en Santiago. Hoy parece ser que el dictador nunca se fue, solo sufrió una severa transmogrificación pero sigue ahí, despachando, controlando, manipulando, dictando.Años antes de los terribles sismos fueron implementadas de manera directa las políticas de contención de la presidenta Michelle Bachelet que entre otras cosas representaban un ataque directo a las distintas expresiones de descontento social organizado, ejemplos existen varios, no podemos olvidar la represión masiva que el gobierno izquierdista lanzo en 2008 sobre los estudiantes que se manifestaban en contra de las leyes educativas que se impusieron durante la administración de Pinochet y se agravaron con la administración de Bachelet, tecnificando los procesos formativos chilenos lo cual afecta directamente a la educación pública. Para contener las manifestaciones juveniles el gobierno izquierdista utilizo tanquetas con químicos para dispersar las concentraciones masivas, policías antimotines con gas lacrimógeno e inclusive armas largas, además de policías disfrazados de foto-periodistas, utilizando así el sello distintivo de aquella época negra en la historia chilena tan defendida por los ministros que después se erigían con la bandera democrática y conciliadora.

Después de los sismos y los tsunamis la presidenta Bachelet se concentro en tratar de no perder popularidad, maquillando una imagen humanista ante los medios nacionales e internacionales; sin embargo el binomio del descontento y el hambre del pueblo chileno se hacía sentir furiosamente en las calles y barrios, ante esto la presidenta respondió con tanques militares que nos hacían recordar los años de la dictadura, ahora vestida de izquierda.

Un chileno pisoteado por una bota militar fue la imagen que durante el desastre natural le dio la vuelta al mundo, mientras en decenas de foros y salas se le exigía a la jefa del ejecutivo enviar agua y alimentos, no tanques militares, exigencias que el poder no escucho o no quiso atender.

La represión y el desprecio a la cultura indígena fue una constante en la administración de Bachelet, la zona de Araucanía siempre estuvo llena de tensión debido a la cacería ilegal de indígenas mapuches, un ejemplo claro es la detención del vocero mapuche Antonio Cadín que cumple una condena de 5 años de cárcel por desordenes y atentados contra la autoridad.

Las leyes antiterroristas impuestas x la dictadura se aplican sin rechistar en ese país del cono sur, violando sistemáticamente los derechos humanos de los habitantes más pobres que llevan una lucha histórica por la libre determinación de sus pueblos, recibiendo desde el poder sentado a la derecha o a la izquierda, solo burlas y cárcel.

El número de presos políticos mapuches asciende a 52, acusados de diversos delitos entre los que se encuentra el terrorismo, un delito seriamente penado en todo el mudo; sin embargo los indígenas mapuches no son terroristas; sino víctimas del terrorismo de estado chileno, que desde su conformación como estado-nación trastoco de manera directa las relaciones sociales comunales y rompió del tejido social tan importante en la colectividad.

Ante las torturas, los atropellos del sistema, la expropiación de tierras y las detenciones ilegales, los indígenas responden con el arma de la autogestión, han creado ya una defensoría social autónoma indígena que cuenta con expertos en diferentes campos, abogados, sociólogos, antropólogos, etc., que conjuntados con más de 20 comunidades mapuches se coordinan multidisciplinariamente para llevar una defensa real en contra de los constantes ataques del poder, autogestionando directamente los aspectos más importantes de la vida en comunidad.

La autogestión es un camino que ha servido a los mapuches para la construcción de nuevas relaciones sociales que se contraponen a los proyectos neoliberales chilenos, un ejemplo mundial de resistencia y creación en un país donde las políticas económicas de izquierda o derecha han dejado con el paso del tiempo más daños y costos humanos que los desastres naturales. Los indígenas mapuches están encontrando así una salida al laberinto capitalista.

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