La vida o los megaproyectos. Los pueblos resisten con dignidad en el Sur

Fotografía: Karen Castillo & Juan Valeiro

Decenas de personas de distintos pueblos originarios del sureste mexicano se organizaron durante meses para recibir y acompañar a la Caravana El Sur Resiste 2023. La iniciativa arrancó su camino en tres autobuses el pasado 25 de abril en el municipio de Pijijiapan, en la costa del estado de Chiapas, para recorrer durante diez días distintas geografías del México profundo. El propósito de la caravana convocada por distintas comunidades, organizaciones de defensa del territorio y colectivos agrupados en el Congreso Nacional Indígena (CNI), consistió en visibilizar las afectaciones que están generando los diferentes megaproyectos impuestos por el régimen político actual y articular las resistencias. Se trató de documentar la destrucción ambiental ocasionada por el mal llamado Tren Maya que abarca gran parte de los estados de la península y el Corredor Transistmico, que busca conectar comercialmente los puertos de Salina Cruz en Oaxaca con el de Coatzacoalcos en Veracruz, para favorecer al capital trasnacional.

El caminar de la caravana se gestó en un contexto de violencia regional, despojo capitalista y una cada vez más evidente militarización de las regiones de interés del gran capital. En aquellos lugares estratégicos del sureste donde el ejecutivo federal apuntó para la construcción de sus llamados “polos de desarrollo”, se busca el “reordenamiento territorial” de los pueblos. Esto transforma la relación de la gente con la tierra, daña los lazos sociales, viola sistemáticamente derechos colectivos de la tierra y criminaliza la protesta social. Además, se articularon agudos procesos de represión, hostigamiento policiaco a defensores y defensoras del territorio, así como presencia de grupos armados ilegales dedicados al narcotráfico, quienes difunden amenazas y en algunos casos son los responsables de asesinatos o desaparición forzada de activistas. El diagnóstico más reciente del país, expuesto por los pueblos originarios en los resolutivos de la asamblea nacional del CNI en febrero pasado, evidencia un patrón de dominación que se compone de una combinación de factores: aquellas zonas donde se imponen megaproyectos, coincide con una sostenida presencia de grupos delincuenciales y, por ende, un aumento de la militarización que resultan en una represión y violencia para frenar la movilización social.

¡La Caravana Va!

La caravana avanzó en su primer tramo por la costa de Chiapas hacía la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, donde visitó la comunidad de Puente Madera. Después transitó por los pueblos mixes del esta micro región para llegar a Mogoñe Viejo y mostrar su solidaridad con el plantón Tierra y Libertad, que representa una de las resistencias más consolidadas contra el Corredor Transistmico. La siguiente parada fue la comunidad de Oteapan, muy cerca del municipio de Acayucan en el sur de Veracruz, localidad que enfrenta la amenaza minera en el istmo veracruzano. Después el camino continuó por Villahermosa, Tabasco y la localidad de El Bosque, donde se encontraron con actores religiosos, organizaciones locales y pobladoras que denunciaron el desplazamiento poblacional a causa del cambio climático. La siguiente parte del camino de la caravana fue en Campeche, específicamente en el poblado de Candelaria y continúo el camino por Valladolid, Yucatán, recorriendo pueblos afectados por el trazo del tren. En el último tramo de la caravana, el destino fue el municipio de Felipe Carrillo Puerto y Xpujil, en los estados de Quintana Roo y Campeche, respectivamente. Después de un largo viaje por toda la península, escuchando las voces de los pueblos que resisten, no se venden y no claudican, la última parada fue en Palenque, Chiapas.

En estos sitios, las agrupaciones locales alertaron sobre el daño ambiental que produce la construcción de la infraestructura del Tren Maya en pueblos, ríos y selvas. Los pobladores que recibieron a la caravana denunciaron que existen rupturas políticas al interior de los pueblos por la “ingeniería de conflictos” de las empresas ya bien conocidas como ICA, Grupo México, Carso, etcétera y divisiones entre la gente, causadas en buena medida por los programas sociales (sembrando envidia, como dicen los pueblos), la campaña mediática en favor de los megaproyectos, la gentrificación adyacente al Tren Maya y, por supuesto, la represión de las fuerzas armadas. Una vez más, los pueblos originarios son vistos por el poder como los nuevos peones del finquero, el gran capital financiero.

Al grito de ¡Ese Tren no es Maya, ese Tren es militar!, en esta parte de la península fue muy clara tanto la intervención de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en la construcción y vigilancia del Tren Maya, como la destrucción ambiental en su rostro más cruel. En el paso de la caravana por el tramo 6 del Tren Militar, los caravaneros documentaron la destrucción de miles de árboles, afectando la fauna local y el modo de vida de los pueblos. En el tramo 7, la caravana observó cómo el ejército mexicano tiene el control absoluto de las obras. En el centro del terreno donde estará la construcción de un casino y un hotel de lujo a cargo de la SEDENA, estaban izadas las banderas de México, del Ejército Mexicano y de la Marina. Aunque se declaró que el neoliberalismo “ya se acabó”, según el discurso demagógico del presidente de la república, en esta geografía del país se vive de manera cruda el despojo capitalista, tal y como lo registraron las y los asistentes de la caravana.

El Sur Resiste

La caravana concluyó con un Encuentro Internacional El Sur Resiste 2023, que agrupó en su primer día a 948 asistentes de más de 20 países del mundo y al menos 30 pueblos originarios de esta geografía llamada México y de otras partes de Abya Yala, incluidos los participantes de la caravana. En el primer día del Encuentro se planteó una síntesis de los resultados de la caravana, a modo de describir los puntos en común que fueron hallados en cada contexto donde transitó la caravana. Los megaproyectos que fueron documentados son muy diversos, desde la minería, presas, parques eólicos y monocultivos hasta los ya mencionados trenes e infraestructura para transportar el gas, petróleo y agua en largos tramos de los territorios de los pueblos.

Los enemigos en común fueron identificados como los grupos armados ilegales, las empresas capitalistas, ONG´s que están al servicio del capital y, por supuesto, el brazo militar como eje de la imposición a sangre y fuego de los megaproyectos de la 4T. En casi todos los sitios visitados se mostró el riesgo en el que se encuentran los bosques, ríos y selvas, la incorporación masiva de jóvenes en actividades criminales y la dependencia de la gente ante los programas sociales de corte contrainsurgente del gobierno federal. Ante ello, la recuperación de los ríos y cuerpos de agua, así como el restablecimiento de asambleas y agrupaciones políticas con base en el trabajo colectivo, artístico e intelectual, es el cimiento de la recuperación de modos de vida comunales para resistir a la embestida capitalista.

En la primera parte del Encuentro se realizaron participaciones que ofrecieron un marco de análisis general a partir de tres elementos: capitalismo corporativo mundial, patriarcado planetario y autonomías en rebeldía. La descripción de estos procesos glocales explicados a partir de la voz de compañeras y compañeros reconocidos en las luchas de Abya Yala y Kurdistán, permitieron tener un piso común de discusión para los diez grupos de trabajo que se realizaron al día siguiente, con la intención de conformar una agenda de tareas y proyectos a futuro en clave de articular las resistencias y rebeldías territorialmente situadas.

La participación del abogado Carlos González, de la coordinación del CNI, mostró de manera clara cómo se están manifestando los procesos de exterminio de los pueblos en esta era del capitalismo global, que está viviendo profundas crisis al interior que vislumbran un cambio civilizatorio nunca antes visto en la historia de la humanidad. Su participación describió finamente cómo se orquesta el despojo a partir de la maquinaría legislativa, como el caso de la Ley Minera o la Ley de Aguas Nacionales que incorpora elementos neoliberales en su columna vertebral, evitando el debate y el disenso, para poner la madre tierra en venta.

En este marco, los derechos colectivos de los pueblos son sistemáticamente negados y en ocasiones son desplazados a segundo término, tal como sucede con herramientas como la consulta previa, libre e informada a los pueblos originarios ante megaproyectos que tengan que ver con la explotación de su territorio, que ni siquiera tiene un reglamento específico para su implementación. Carlos González explicó que este tipo de mecanismos se vuelve un derecho primario, cuando en realidad lo principal antes de la consulta debe ser el respeto a la libre determinación de los pueblos, a la autonomía. Su participación desde una mirada realista de la situación nacional, develó enormes desafíos para las resistencias ante los planes del gran capital que avanza con la construcción del Tren Maya, el Corredor Transistmico y el Proyecto Integral Morelos que funcionan de forma coordinada para el saqueo de recursos. Ya sea capturando núcleos agrarios, legislando el despojo y militarizando, el régimen político mantiene una ventaja en sus planes de exterminio, por lo que llamó a que en vez de vitorear nuestros esfuerzos, nos comprometamos de verdad en detener el despojo.

Por la tarde, se realizaron grupos de trabajo a los cuales se sumaron las y los múltiples asistentes. Estos espacios permitieron observar la diversidad de coordinaciones, frentes de lucha campesina, obrera, estudiantil, artística, colectivos de pueblos originarios, delegaciones de luchas representativas del CNI, grupos solidarios, personas provenientes de ámbitos urbanos y rurales que se dieron cita en el Encuentro Internacional El Sur Resiste 2023. En cada uno de los grupos de trabajo se articularon diversidades en múltiples sentidos que se conjugaron en un espacio común para debatir y plantear sus propuestas con base en el consenso y el respeto a la diferencia de puntos de vista. Se vertieron relevantes balances de la situación nacional e internacional desde territorios específicos de Europa y Abya Yala, así como dificultades y logros sin excepción de un conjunto de críticas y autocriticas a la organización de la caravana y del Encuentro.

Las conversaciones en los pasillos, fuera del auditorio, en la fila para la comida o en las labores de las comisiones auto organizadas para el evento, fueron la continuación de la discusión política del Encuentro. El enlace entre personas de abajo, el cara-a-cara como la apuesta por saber(nos) juntos en la transformación de las condiciones de opresión, en el reconocimiento de que aunque a veces sí estamos solos y solas, necesitamos de momentos como estos para recuperar fuerza y seguir en nuestro camino. Para culminar el primer día de trabajo del encuentro e inyectar ánimo, en la noche se estrenó el documental La Montaña, dirigido por Diego Enrique Osorno, que da cuenta de la Travesía por la Vida que realizó el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hacia la Europa Insumisa a partir del envío del Escuadrón 421, grupo integrado por siete zapatistas que cruzó el Atlántico en un barco durante 47 días y recorrió gran parte de Slumil K´ajxemk´op llevando la consigna: ¡Despertad!

La conclusión del Encuentro permitió socializar la enorme cantidad de puntos de vista de quiénes están resistiendo en el territorio, frente a qué enemigos se enfrentan, qué tipos de alianzas se están generando en cada lugar, con quiénes y cómo es posible articularse de mejor manera. La valoración de cada uno de los diez grupos de trabajo, permitió espejear entre los distintos abajos y rectificar por qué camino queremos y podemos seguir a partir de las fuerzas de cada uno de los actores políticos. En este sentido, tanto la caravana como el Encuentro mismo fueron significativos esfuerzos en el tejido de luchas. Representa una de las respuestas organizadas de los pueblos del campo y la ciudad contra el despojo capitalista.

Mujeres, jóvenes y medios en la lucha contra el despojo

A modo de reflexión, vale la pena subrayar que en cada punto de llegada de la caravana, las y los pobladores de cada sede entonaron consignas con entusiasmo, en algunos casos lanzaron cohetes que retumbaban por las calles y siempre organizaron colectivamente la comida, el café y el hospedaje para recibir a los más de cien activistas, periodistas, comunicadores, estudiantes, niñeces, mujeres y hombres que provenientes de más de una docena de países del mundo, participaron en el recorrido.

 

La significativa participación de las mujeres en la organización de cada contexto donde llegó la caravana fue evidente desde el primer día. Ya sea entonando las consignas con la potencia de sus voces, dando la bienvenida, organizando la marcha, escribiendo y leyendo comunicados o en las cocinas donde se elaboraban los tamales, el arroz, los frijoles, las tortillas, la carne de cerdo o el pescado, las señoras y mujeres jóvenes de cada sitio atizaron el fuego de su propia reflexión como mujeres que defienden la tierra y el territorio.

En la propia caravana, las mujeres participantes tuvieron un papel significativo en la articulación de diferentes tareas que iban desde la coordinación general de la caravana, la moderación de los eventos o en las comisiones de investigación, comunicación y seguridad. Las palabras compartidas en cada mitin a lo largo de la caravana por parte de la comisión de delegadas de los pueblos originarios que acudió a nombre del CNI resultaron fundamentales en todo el trayecto. Por ejemplo, las voces de las mujeres de la comunidad otomí retumbaron en los corazones de todas y todos, su sentido del humor, pero también su rabia ante la injusticia marcaron a más de una.

Cada una de las mujeres, a partir de sus múltiples trayectorias, atravesadas por muchas violencias, asistieron y se reconocieron frente a frente con otras que habitan los territorios del sur, coincidieron en la necesidad de espacios de organización y lucha conjunta. Todas valoraron en mayor o menor medida cómo son particularmente afectadas por el despojo y cómo hay resonancias en cada una de ellas a partir del intercambio que tuvieron en el trayecto de la Caravana y del Encuentro. Motivar estos diálogos en sí ya es un acto potente para la complicidad de las mujeres en la lucha.

Otro elemento que destacó fue la participación mucho más intensa de jóvenes de los pueblos del campo y la ciudad, desde universitarios hasta raperos y músicos que van articulando sus resistencias y rebeldías en el marco de esta caravana y del Encuentro. Notar su presencia en espacios cada vez más protagónicos del proceso organizativo es un signo positivo que indica cambios en la lógica dominante de las organizaciones de izquierda adultocéntrica en México. La acción de que los jóvenes racializados, oriundos de pueblos originarios y de grandes urbes, codo a codo caminen en la articulación política, permite entrever una emergente politización de la identidad juvenil y del propio reconocimiento de que luchar con el arte, la gráfica, la música, es más que urgente de acuerdo a los tiempos que vivimos, como mencionó un joven originario de Oteapan, Veracruz:

“Nosotras, nosotros somos la naturaleza cuidándose, nosotros somos la montaña, nosotros somos el agua, nosotros somos los animales. Todo, todo, todo lo que estamos haciendo no hay que olvidarlo porque lo estamos haciendo, por defendernos a nosotros y a nosotras mismas, porque hay gente que decide defenderse, hay otra gente que quiere defenderse pero no pueden hacerlo; los animales no pueden hablar, los árboles no pueden hablar o más bien la gente no quiere escucharlos, pero nosotros podemos ser la voz de los animales, nosotras podemos ser la voz del monte, de las abejas, de todo lo que es la vida, entonces podemos hacerlo. También podemos hacerlo vinculándonos a más gente, pero también explicándole a más jóvenes y eso es lo que estamos haciendo a través de la música, informar a la gente lo que está pasando porque a través de la música podemos llegar a más oídos”

Es probable que existe una valoración cada vez más extendida de que la madre tierra está en riesgo y que es necesario actuar para defenderla. No obstante, el juvenicidio se ha instalado como política de muerte en el país, lo que produce un escenario de precarización de la vida que amplía las posibilidades de que los jóvenes sean afectados. Si consideramos que nueve de cada diez personas que mueren por arma de fuego en Abya Yala son jóvenes y niños, no es erróneo suponer que la juventud está identificando estos problemas y es más proclive a participar políticamente.

Mención especial para toda la comisión de comunicación que día tras día realizó una labor fundamental en el trayecto de la caravana. Los compañeros y compañeras de los medios libres, autónomos o como se llamen, trabajaron de manera ardua en el registro fotográfico, elaboración de video, entrevistas, capsulas de audio, instalación de internet libre y por supuesto en la redacción de notas de prensa que fueron difundas en una multiplicidad de blogs y sitios web que desde la autonomía y la autogestión tratan de informar a los pueblos frente a los monopolios informativos.

Aunque es cierto que los medios libres no logran un masivo impacto en la audiencia nacional en comparación con los medios de paga, es una resistencia comunicacional digna de resaltar. Incluso, en algunas ocasiones otros periodistas más reconocidos recuperan la información de los medios libres para plasmar sus escritos en periódicos de circulación nacional, aunque hay que decirlo, no suelen citar la fuente original. A pesar de ello, creo que este tipo de ejercicios comunicacionales que tratan de romper el cerco de las noticias hegemónicas, permiten que muchas problemáticas expuestas en la caravana hayan tenido eco en muchas personas más allá de nuestros círculos de consumo militante.

Existen muchas tareas por cumplir para evitar que la caravana y el Encuentro queden solo en la memoria de quienes estuvimos participando. Sin embargo, para muchos de las y los asistentes, encontrarse nuevamente en este espacio de articulación, ya sea visitando algún pueblo en el trayecto de la caravana, acompañando solo un tramo o haber podido estar durante todo el recorrido, es también un momento de aprendizaje para nuestras luchas y para el hermanamiento de los pueblos y procesos, que en el fondo es lo fundamental en este tipo de iniciativas. Más allá de la visibilización internacional de las problemáticas socioambientales o denunciar las afectaciones, articularnos y escuchar los dolores de la gente de abajo que habita y sobrevive en el territorio, aquellos que están al frente de “los chingadazos”, como sostiene un compañero de Guerrero, es lo que constituye el corazón de la lucha por la vida.

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