Durante décadas pueblos radicados al interior del país han migrado a la ciudad de México para buscar una mejor vida ante las carencias comunes de sus comunidades. Este es el caso de la Comunidad Otomí residentes en la ciudad, quienes desde hace 30 años viven en distintos predios, la mayoría en condiciones inhumanas, emprendiendo así una lucha por el derecho básico a una vivienda digna.
Desde el pasado 19 de septiembre tras el terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter, los predios ubicados en la calle Roma número 18 de la colonia Juárez y Guanajuato 200 de la Roma Norte sufrieron daños estructurales que obligaron a 76 familias a abandonar su vivienda frente a un posible derrumbe y a levantar campamentos en la calle. “Nos discriminan por ser indígenas”, comentó Alejandra, refiriendo a la molestia de los vecinos de los alrededores de los predios por la instalación de los campamentos, algunos de ellos han puesto veneno para cucarachas en los lugares en donde juegan infantes, otros les gritan que apestan. En los lugares en donde residen los hombres, mujeres, niños y niñas otomís en la Ciudad de México sobre sale el contraste entre las personas de clase media y alta frente a la resistencia que representa la lucha por una vida digna de los pueblos indigenas en la ciudad. Se les puede apoyar directamente con alimentos no perecederos y calientes, pañales para bebé, toallas sanitarias, cobijas y agua.