Atrás queda una municipalidad de Michoacán que los medios masivos equivocan al ubicar en Tierra Caliente, en realidad nos encontramos en la Sierra Madre Sur Occidental. Nos avisan que hay una negociación entre el gobierno federal y estatal, y los grupos de autodefensa. Tomamos rumbo a Tepalcatepec, donde la reunión tendrá lugar. La escena es surreal, pero esto ya no nos sorprende porque todo en Michoacán es surreal estos días.
En lo que parece un viejo granero, sillas y mesas con manteles blancos son acomodadas en un largo rectángulo. Los medios de comunicación comienzan a extender cables y poner grandes focos. A un costado y a cierta distancia del gran techo de lámina, vemos a un gran número de miembros de los grupos de autodefensas o comunitarios, que desarmados se reúnen bajo la sombra de un mesquite. Pese al discurso oficial difundido a través de los medios masivos de tachar a los grupos de autodefensa como milicias fuera de control, en esta parte del estado el pueblo les dice comunitarios y no autodefensas, para aclarar su relación con la comunidad. Ellos son de la comunidad entonces son comunitarios.
Los comunitarios cuelgan dos hamacas sabiendo que estas reuniones nunca empiezan cuando se supone. A pesar del gran despliegue de la policía federal en el lugar, no hay tensión en el aire. Varios policías federales han perdido la vida en la lucha contra los Caballeros Templarios y pareciera que ha surgido un sentimiento de compadrazgo entre los efectivos, más allá de las jerarquías y los intentos de cooptar al movimiento, quienes van al campo de batalla comparten sus muertos.
Ambas partes saben que se están usando mutuamente para lograr diferentes objetivos. Los comunitarios quieren ver sus comunidades libres del crimen organizado y los federales quieren demostrar que están en el lado correcto en esta confusa guerra contra los caballeros templarios, un cártel que más parece un culto religioso que una mafia de crimen organizado. Algunos comunitarios están esperanzados que esta legalización los proteja de una futura persecución del gobierno, sin embargo la opinión generalizada entre los comunitarios con los que hablé, es que cuando los templarios sean extinguidos, el gobierno federal criminalizará, perseguirá y encarcelará a los comunitarios.
Cuando llegamos notamos una gran mamapara, que tras la larga mesa de la reunión exhibía los diversos logos de gobierno. En cierto sentido hay un aire de esperanza entre los comunitarios, aunque todavía existe mucha desconfianza con las autoridades a quienes se les acusa de, en el mejor de los casos, hacerse los ciegos ante la realidad de estas comunidades abatidas por la guerra, y en los peor de los casos de complicidad con el cártel del crimen organizado. Poco después percatamos que un oficial del gobierno quita la llamativa mampara. Un comunitario nos dice, “Que bueno, esto no es su reunión, es de nosotros. Se sienten obligados por nuestras acciones y nuestros resultados.”
Varias suburvans blancas entran en el recinto escoltadas por la policía federal en vehículos militares; el gobernador, un emisario de la policía federal en la región, y el comisionado federal para el desarrollo y seguridad íntegra de Michoacán, son los culpables del ostentoso despliegue. La preocupación por su seguridad ilustra el miedo al verse obligados ha viajar a través de esta zona de guerra. Apenas el gobernador pone un pie fuera del vehículo, los medios masivos se abalanzan sobre él para obtener el mejor ángulo de esta histórica reunión, de la cual se espera que emane una tregua entre las fuerzas públicas y los comunitarios. Poco a poco los abucheos hacia el gobernador se hacen notar entre la gente, entre ellos una joven mujer lleva un cartel cuestionando las intenciones del gobierno, y vocifera una opinión muy fuerte sobre la reunión. La respaldan varios comunitarios.
Durante la reunión se le obligó a los funcionarios de gobierno reconocer la ineficiencia de su estrategia en la guerra contra el narco. En la región destacó su inhabilidad para identificar miembros del cartel que se encuentran inmersos en el tejido social de todo el estado. Son los comunitarios quienes saben precisamente quienes están involucrados, donde se esconden, porque son ellos y sus familias los que han sufrido los abusos del cartel durante varios años. En esta lógica al gobierno no lo quedó más que aceptar que es imposible acabar con los Caballeros Templarios sin la ayuda de los comunitarios. Se ve claramente que son los comunitarios los que tienen la ventaja en la negociación.
La propuesta es de legalizar y formalizar a los comunitarios bajo el marco de la ley. Se escuchan murmullos y reclamos entre la gente en contra del trato que ofrece una autoridad que en su experiencia, es corrupta y cómplice con el crimen organizado. Cada intervención del gobernador es acompañada de insultos y reclamos. Cuando la moderadora anuncia la presencia del general del ejército responsable por la zona de Apatzingan, una ciudad todavía bajo control Templario, una oleada de insultos, abucheos, y chiflidos se dejó caer sin cesar. Pueda que haya una relación entre amor y odio con los federales de la región, pero la relación con el ejercito es puro odio.
Con cada una de las personas con quienes hablamos aclararon que al ejército se le ha comprobado una y otra vez su profundo vínculo con el crimen organizado, no falta mencionar que una semana previa a la reunión en un intento de desarmar a comunitarios en la comunidad de Antúnez, los militares dispararon sus armas de fuego ante civiles desarmados quienes manifestaban su inconformidad ante esta agresión oficial contra los comunitarios. Los soldados asesinaron a cuatro civiles desarmados incluyendo una niña de 11 años.
El acuerdo entre funcionarios del gobierno y representantes de varios, pero no todos los comunitarios, incluye la legalización de los comunitarios bajo el marco de la ley con el registro de sus armas y sus miembros ante la Secretaria de la Defensa Nacional. Esto es una clara contradicción ante la estrategia empleada por el ejercito hace una semana, y también inquieta a varios de los comunitarios. Por su lado, el gobierno queda comprometido ante la opinión pública de buscar y encerrar a los miembros del cartel del crimen organizado. El miedo es que la lista de nombres de los comunitarios legalizados luego se utilice para ser perseguidos y encarcelados después que los Caballeros Templarios hayan sido limpiados del estado.
Otro miedo entre los presentes es que el acuerdo sea puro teatro, un acto del gobierno federal para ganar tiempo mientras toma control de la situación. Otra vez los abucheos resuenan entre los techos de lámina. Dos señoras de la tercera edad y originarias de Apatzingan me comentan bajo condición de anonimato: “¿Por qué estamos firmando ahora? ¿Por qué vamos a trabajar con el gobierno cuando hemos comprobado que no los necesitamos para organizarnos y defendernos nosotros mismos?. ¿Por qué firmar con criminales de cuello blanco?”. Un comunitario me comenta que ha visto una coordinación decente por parte de los federales y una muy mala coordinación por parte del ejercito una y otra vez. Agrega, “Estamos tratando de demostrar que queremos agotar todas las vías legitimas para defender nues
tras comunidades y a nosotros mismos. Hay muy poca confianza en los funcionarios del gobierno, y la verdad sabemos que no nos van a cumplir. Si cumplen o no, nosotros seguiremos tal cual como le hemos hecho, tomando el control de nuestra propia seguridad.”
Durante la reunión nos llega el aviso de que comunitarios están avanzando hacia la comunidad de Peribán. Decidimos movernos en esa dirección para ver lo que sucede. Diez kilómetros antes de llegar a destino nos topamos con un pequeño retén comunitario. Están en alerta por lo que denominan “el efecto cucaracha”. Mientras avanzan en una comunidad, los Templarios corren como cucarachas a los localidades vecinas. Hablamos con uno de los comunitarios en el retén y le preguntamos sobre su opinión del acuerdo con el gobierno, y nos repite el sentir de otros en la reunión, “Ellos (el gobierno) nos están usando para verse bien, pero lo que verdaderamente quieren es una lista de nombres para que en el momento que quieran nos vengan a desarmar y detener después de que hagamos su chamba.”
Para cuando llegamos, la plaza principal de Peribán estaba repleta de gente de la comunidad, vigilada por un relativamente pequeño número de militares y federales. Se ven pocos comunitarios, la mayoría carga con pistolas paseándose por la plaza. La emoción de la gente parece como si fuera fiesta de pueblo. Es el primer suspiro de alivio en mucho tiempo. Entre los presentes corre la voz y la información es que los comunitarios avanzarán ahora hacia una comunidad a solo 10 kilómetros llamada Los Reyes.
Tres camionetas llenas de hombres con rifles de cacería, escopetas y armas de asalto se nos cruzan cuando tomamos el cruce de salida de Peribán. Decidimos seguirlos hasta el límite de la ciudad, donde se reúnen con muchos más hombres que se trasladan en una variedad de vehículos. Aquí conocemos a un comunitario quien ha obtenido un poco de de fama en los medios de comunicación, es conocido como Simón el Americano y nos informa que el avance se pospone hasta el próximo día. Reportes de ese avance en Los Reyes nos confirman luego que la toma fue pacífica y también con un ambiente festivo. Los comunitarios tienen pensado seguir haciendo su camino hacia Uruápan, una metrópolis urbana controlada por los Templarios.
Uruapan es nuestro próximo destino, debemos dejar a unos colegas que regresan a casa después de una semana igualmente difícil e inspiradora. En el camino de regreso hacia la comunidad donde nos estamos quedando, y temiendo el “efecto cucaracha”, decidimos tomar una ruta mas transitada, la cual ya habíamos recorrido anteriormente evitando así regresar por la zona de los avances. Seguimos las indicaciones de los carteles de la carretera que nos llevan hacia Apatzingan, una ciudad la cual técnicamente sigue bajo el mando de los Templarios, aunque ha sido rodeada por los comunitarios, quienes esperan el momento mas oportuno de liberarla en lo que sería principalmente un gesto simbólico.
Como a una hora de Uruápan, pasando el kilometro 110 se nos presenta una escena demasiada común en territorio Templario. Un trailer parado en nuestro carril y otro mas adelante estacionado en el carril del sentido contrario. Hay suficiente espacio entre ellos para rebasar al primero ubicado en nuestro carril, me detengo a unos 50 metros y observamos. Los trailers están frente una gasolinera PEMEX, y percatamos varias camionetas estacionadas en la gasolinera, pero no están bombeando gasolina, están alineadas como listas para emprender una huída rápida en conjunto. No hay latas de fuego ni conos anaranjados en el camino, señas clásicas de un reten militar o de la policía, o de los mismos comunitarios. Después de sumar los detalles decidimos que esto es un narco-bloqueo, una estrategia utilizada por los Templarios para secuestrar, extorsionar, y robar negocios e individuos.
Meto el coche en reversa para dar una vuelta en U y regresar a un comedor de 24 horas que habíamos visto unos kilómetros atrás. Mientras nos estacionamos llegan dos trailers y se estacionan juntos. Imaginamos que les llego una advertencia sobre el narco-bloqueo y se detuvieron antes de que fuera demasiado tarde. No intercambiamos ninguna sola palabra. Nadie sabe quien podría ser Templario. Nosotros pedimos unos cafés y también lo mismo ellos. Mis colegas y yo ya habíamos acordado esperar una media hora para volver a intentar, si seguía bloqueado el camino, nos regresaríamos a Uruapan y pagar una noche en un hotel. Al pagar la cuenta la muchacha que nos atiende dice, “Que dios les cuide su camino.” Estoy casi seguro que todos sabíamos del riesgo que acechaba mas adelante en el camino. Otra vez, sin hablarnos una sola palabra los traileros y nosotros salimos a la misma vez. Los seguimos a ellos lentamente y cuando nos aproximamos a la gasolinera de 24 horas, todas sus luces estaban apagadas, no hay un alma a la vista.
Los Templarios son conocidos por abatir negocios, robando a los empleados y secuestrando civiles. Pensamos que esto fue lo que ocurrió aquí esta noche. Seguimos nuestro camino hacia la comunidad de Lombardia y en el kilometro 115 nos encontramos con un retén, nada mas que este sí se ve oficial. Tenía sus latas de fuego y conos anaranjados. Avanzamos, pero al acercarnos percatamos que los reductores de velocidad antes de llegar al mero reten, son de tierra y son nuevos, normalmente éstos se hacen de trozos de llanta. Muy pocos vehículos han pasado por aquí. Empezamos a evaluar la escena, no hay ni federales ni militares. No vemos ningún logo de dependencia de gobierno. El retén tienen todas las señas de un reten comunitario, nada mas que tenemos certeza que los comunitarios todavía no han llegado hasta acá. Este es un reten Templario, y ya es demasiado tarde para darnos la vuelta en U.
Se ven varios hombres escondidos detrás de bultos de arena, y un individuo nos marca el alto con una linterna. Bajamos la ventana del pasajero y de inmediato le muestro mi credencial de prensa internacional, nos da el paso el guardia sin ninguna pregunta mas. Pasamos el retén y a un kilometro nos topamos con un pequeño contingente militar desplegado a la orilla de la carretera. No nos paran a nosotros ni a nadie, nada mas están ahí. Su presencia no nos hace sentir mas seguros. Continuamos nuestro camino hacia Apatzinan. En Apatzingan solo se ven taxis, que son reconocidos informantes de los Templarios, y ellos patrullan el lugar. Mantenemos nuestra distancia al pasarnos varios altos, frenando lentamente, guardando distancia entre ellos y nosotros. Nuestra meta por el momento es llegar al retén comunitario de Buenavista, el cual abre el camino a varios municipios liberados y el camino a nuestro punto de partida a unas 3 horas de ahí.
Pronto vemos nuevamente latas de fuego y conos anaranjados, nada mas que ahora sí sabemos que se trata de los comunitarios. Cruzar esta frontera fue el mayor alivio que he sentido en mi vida. Le informamos a los comunitarios de la situación y ellos comunican por sus radios para que se evite el área de Lombardia. Ellos confirman nuestra sospecha de que sí se trataba de un narco-bloqueo, y que fuimos muy afortunados de haber estado en alerta y evitarlo. Los comunitarios llaman
por sus radios y les van avisando a los siguientes retenes comunitarios de nuestro camino rumbo al punto de partida en la tarde de ese mismo día. Mientras avanzamos en territorio liberado nos damos cuenta de que pese la opinión pública sobre todo el estado de Michoacán, estamos en unos de los lugares mas seguros del país y quizás el mundo, territorio comunitario.