ELLOS Y NOSOTROS VII.- L@s más pequeñ@s 7 y último. Dudas, sombras y un resumen en una palabra.

Marzo del 2013.

 

Las Dudas.

 

Si después de leer los fragmentos de la palabra de las compañeras y compañeros del EZLN, usted todavía sostiene que los indígenas zapatistas son manipulados por la mente perversa del supmarcos (y ahora también del subcomandante insurgente Moisés) y que nada ha cambiado en territorio zapatista desde 1994, entonces usted no tiene remedio.

 

No le recomendamos que apague la televisión, o que deje de repetir las ruedas de molino que la intelectualidad suele repartir entre sus feligreses, porque se le quedaría la mente en blanco. Siga usted creyendo que la reciente ley de telecomunicaciones va a democratizar la información, que elevará la calidad de la programación, y que mejorará el servicio de telefonía celular.

 

Pero si usted pensara así, ni siquiera habría llegado hasta esta parte de la saga “Ellos y Nosotros”, así que, es un supositorio, digamos que usted es una persona que se precia de un coeficiente intelectual promedio y una cultura progresista. Con esas características es muy probable que usted practique la duda metódica frente a todo, así que sería lógico suponer que dude de lo que aquí ha leído. Y dudar no es algo condenable, es uno de los ejercicios intelectuales más sanos (y más olvidados) en la humanidad. Y más cuando se trata de un movimiento como el zapatista o neo-zapatista, sobre el que se han dicho tantas cosas (la mayor parte sin siquiera haberse acercado a lo que somos).

 

Dejemos de lado un hecho, que fue constatable hasta por los grandes medios de comunicación: decenas de miles de indígenas zapatista tomando, en forma simultánea, 5 cabeceras municipales del suroriental estado mexicano de Chiapas.

 

Aunque, ya entrados en dudas, si nada ha cambiado en las comunidades indígenas zapatistas, ¿por qué siguen creciendo? ¿No habían dicho todos que era algo del pasado, que los errores del ezetaelene (ok, ok, ok, de marcos) le habían costado su existencia (“mediática”, pero eso no lo dijeron)? ¿No se había desbandado la dirección zapatista? ¿No había desaparecido el EZLN y de él sólo quedaba la empecinada memoria de quienes, fuera de Chiapas, sienten y saben que la lucha no es algo sujeto a los vaivenes de la moda?

 

Ok, obviemos ese hecho (el ezetaelene creció exponencialmente en estos tiempos en que no estaba de moda), y abandonemos el intento de plantear esas dudas (que sólo servirán para que sus comentarios en los artículos de la prensa nacional sean editados o lo banneen a usted “por siempre jamás”).

 

Retomemos la duda metódica:

 

¿Y si esas palabras, que aparecieron en estas páginas como de hombres y mujeres indígenas zapatistas, en realidad son autoría de Marcos?

 

Es decir, ¿y si Marcos simuló que eran otr@s l@s que hablaban y sentían esas palabras?

 

¿Y si esas escuelas autónomas en realidad no existen?

 

¿Y si los hospitales, y las clínicas, y la rendición de cuentas, y las mujeres indígenas con cargo, y la tierra trabajando, y la fuerza aérea zapatista, y …?

 

En serio: ¿y si nada de lo que ahí dicen esas indígenas, esos indígenas existe realmente?

 

En resumen, ¿y si todo no es nada más que una monumental mentira, levantada por marcos (y Moisés, ya que en ésas estamos) para consolar con quimeras a l@s izquierdistas (suci@s, fe@s, mal@s, irreverentes, no lo olvide) que nunca faltan y que siempre son unos cuantos, pocos, poquísimos, una minoría despreciable? ¿Y si el supmarcos inventó todo esto?

 

¿No sería bueno confrontar esas dudas y su sano escepticismo con la realidad?

 

¿Y si fuera posible que usted viera directamente esas escuelas, esas clínicas y hospitales, esos proyectos, esas mujeres y esos hombres?

 

¿Y si usted pudiera escuchar directamente a esos hombres y mujeres, mexican@s, indígenas, zapatistas, esforzándose por hablarle en español y explicándole, contándole su historia, no para convencerlo o para reclutarlo, sólo para que usted entienda que el mundo es grande y tiene muchos mundos en su interior?

 

¿Y si pudiera usted concentrarse sólo en mirar y escuchar, sin hablar, sin opinar?

 

¿Tomaría usted ese reto o seguiría usted en el refugio del escepticismo, ese sólido y magnífico castillo de las razones para nada hacer?

 

¿Solicitaría ser invitado y aceptaría la invitación?

 

¿Asistiría usted a una escuelita en la que las profesoras y los profesores son indígenas cuya lengua materna está tipificada como “dialecto”?

 

¿Se aguantaría las ganas de estudiarl@s como objeto de la antropología, la psicología, el derecho, el esoterismo, la historiografía, de hacer un reportaje, de hacerles una entrevista, de decirles su opinión, de darles consejos, órdenes?

 

¿L@s miraría, es decir, l@s escucharía?

 

-*-

 

Las sombras.

 

A un lado de esta luz que ahora brilla, no se advierte la forma irregular de las sombras que la han hecho posible. Porque otra de las paradojas del zapatismo es que no es la luz la que produce las sombras, sino son de éstas de las que la luz nace.

 

Mujeres y hombres de rincones lejanos y cercanos en todo el planeta hicieron posible no sólo lo que se va a mostrar, también enriquecieron con sus miradas el andar de estos hombres y mujeres, indígenas y zapatistas, que ahora levantan de nuevo la bandera de una vida digna.

 

Individuos, individuas, grupos, colectivos, organizaciones de todo tipo, y en diferente nivel, contribuyeron a que este pequeño paso de l@s más pequeñ@s se realizara.

 

De los 5 continentes llegaron las miradas que, desde abajo y a la izquierda, ofrecieron respeto y apoyo. Y con estas dos cosas no sólo se levantaron escuelas y hospitales, también se levantó el corazón indígena zapatista que, así, se asomó a todos los rincones del mundo a través de esas ventanas hermanas.

 

Si hay un lugar cosmopolita en tie
rras mexicanas, tal vez lo sea la tierra zapatista.

 

Frente ante tal apoyo, no correspondía menos que un esfuerzo de igual magnitud.

 

Creo, creemos, que toda esa gente de México y del mundo puede y debe compartir como propia esta pequeña alegría que hoy camina con rostro indígena en las montañas del sureste mexicano.

 

Sabemos, sé, que no lo esperan, ni lo exigen, ni lo demandan, pero como quiera les mandamos un gran abrazo, que así es como los zapatistas, las zapatistas, agradecemos entre compañer@s (y de manera especial abrazamos a quienes sí supieron ser nadie). Tal vez sin proponérselo, ustedes fueron y son, para todas nosotras, nosotros, la mejor escuela. Y sobra decir que no dejaremos de esforzarnos por conseguir que, sin importar su calendario y su geografía, respondan siempre afirmativamente a la pregunta de si vale la pena.

 

A todas (lo lamento desde lo profundo de mi esencia machista, pero las mujeres son mayoría cuantitativa y cualitativa), a todos: gracias.

 

(…)

 

Y, bueno, hay de sombras a sombras.

 

Y las más anónimas e imperceptibles son unas mujeres y hombres de baja estatura y de piel del color de la tierra. Dejaron todo lo que tenían, aunque fuera poco, y se convirtieron en guerreras, en guerreros. En silencio y en la oscuridad contribuyeron y contribuyen, como nadie más, a que todo esto sea posible.

 

Y ahora hablo de las insurgentas y los insurgentes, mis compañer@s.

 

Van y vienen, viven, luchan y mueren en silencio, sin hacer bulla, sin que nadie, a no ser nosotr@s mism@s, les lleve la cuenta. No tienen rostro ni vida propia. Sus nombres, sus historias, tal vez sólo vengan a la memoria de alguien cuando muchos calendarios se hayan deshojado. Entonces, tal vez en torno a algún fogón, mientras el café hierve en una vieja tetera de peltre y se enciende el fuego de la palabra, alguien o algo salude su memoria.

 

Y como quiera no importará mucho, porque de lo que se trataba, de lo que se trata, de lo que se ha tratado siempre, es contribuir en algo a construir esas palabras con que suelen comenzar los cuentos, las anécdotas y las historias, reales y ficticias, de las zapatistas, de los zapatistas. Tal y como comenzó lo que ahora es una realidad, es decir, con un:

 

”Habrá una vez…”

 

Vale. Salud y que no falten, nunca, ni el oído ni la mirada.

 

(ya no continuará)

 

A nombre de las mujeres, hombres, niños, ancianos, insurgentas e insurgentes del

 

 

Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos.

México, Marzo del 2013.

 

 

P.D. QUE ADELANTA.- Seguirán saliendo escritos, no alegrarse de antemano. Principalmente serán del compañero Subcomandante Insurgente Moisés, referentes a la escuelita: fechas, lugares, invitaciones, inscripciones, propedéuticos, reglamentos, niveles, uniforme, útiles escolares, calificaciones, asesorías, dónde conseguir los exámenes ya resueltos, etc. Pero si preguntan cuántos niveles son y en cuánto tiempo se llega a la graduación, les decimos: nosotras, nosotros llevamos más de 500 años y todavía no terminamos de aprender.

 

P.D. QUE DA UN CONSEJO PARA ASISTIR A LA ESCUELITA- Eduardo Galeano, un sabio en el difícil arte de mirar y escuchar, escribió, en su libro “Los Hijos de los Días”, en el calendario de marzo, lo siguiente:

 

“Carlos y Gudrun Lenkersdorf habían nacido y vivido en Alemania. En el año de 1973, estos ilustres profesores llegaron a México. Y entraron al mundo maya, a una comunidad tojolabal, y se presentaron diciendo:

 

– Venimos a aprender.

 

Los indígenas callaron.

 

Al rato, alguno explicó el silencio:

 

– Es la primera vez que alguien nos dice eso.

 

Y aprendiendo se quedaron allí, Gudrun y Carlos, durante año y años.

 

De la lengua maya aprendieron que no hay jerarquía que separe al sujeto del objeto, porque yo bebo el agua que me bebe y soy mirado por todo lo que miro, y aprendieron a saludar así:

 

– Yo soy otro tú.

 

– Tú eres otro yo.”

 

Hágale caso a Don Galeano. Porque es sabiendo mirar y escuchar, como se aprende.

 

P.D. QUE EXPLICA ALGO DE CALENDARIOS Y GEOGRAFÍAS.- Dicen nuestros muertos que hay que saber mirar y escuchar todo, pero que en el sur siempre habrá una riqueza especial. Como se habrán dado cuenta quienes pudieron ver los videos (se quedaron no pocos en el bolsillo, a ver si en otra ocasión) que acompañaron los escritos de esta serie de “Ellos y Nosotros”, tratamos de hilar diversos calendarios y geografías, pero hubo un empecinamiento en nuestro respetado sur latinoamericano. No sólo por la Argentina y el Uruguay, tierras sabias en rebeldía, también porque, según nosotras, nosotros, en el pueblo Mapuche no sólo hay dolor y rabia, también entereza en la lucha y una profunda sabiduría para quien sabe mirar y escuchar. Si hay un rincón en el mundo a donde hay que tender puentes, es el territorio Mapuche. Por ese pueblo, y por tod@s las desaparecid@as y pres@s de este adolorido continente, sigue viva la memoria. Porque no sé si del otro lado de estas letras, pero sí de este lado: ¡ni perdón, ni olvido!

 

 

P.D. SINTÉTICA.- Sí, lo sabemos, este desafío no ha sido ni será fácil. Vienen grandes amenazas, golpes de todo tipo y de todos lados. Así ha sido y será nuestro caminar. Cosas terribles y maravillosas componen nuestra historia. Y así será. Pero si s
e nos pregunta cómo podemos resumir en una palabra todo: los dolores, los desvelos, las muertes que nos duelen, los sacrificios, el continuo navegar contra corriente, las soledades, las ausencias, las persecuciones y, sobre todo, este empecinado hacer memoria de quienes nos precedieron y ya no están, entonces es algo que une todos los colores de abajo y a la izquierda, sin importar el calendario o la geografía. Y, más que una palabra, es un grito:

 

 

Libertad… ¡Libertad!… ¡LIBERTAD!

 

 

Vale de nuez.

 

El sup guardando la compu y caminando, siempre caminando.

 

 

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Un poema de Mario Benedetti (que responde a la pregunta de por qué, a pesar de todo, cantamos), musicalizada por Alberto Favero. Aquí en la interpretación de Silvana Garre, Juan Carlos Baglietto, Nito Mestre. ¡Ni perdón ni olvido!

 

Camila Moreno interpreta “De la tierra”, dedicado al luchador Mapuche, Jaime Mendoza Collio, asesinado por la espalda por carabineros.

 

Mercedes Sosa, la nuestra, la de tod@s, la de siempre, cantando, de Rafael Amor, “Corazón Libre”. El mensaje es terrible y maravilloso: jamás rendirse.

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