Londres en llamas
por Mumia Abu-Jamal
Después de décadas de traición política del Partido Laborista y descarados ataques de los “Tories” (el Partido Conservador Británico) contra la clase obrera, surge una clase furiosa y rencorosa que ha sacudido lo que una vez fue el centro de un imperio global: Londres.
Los incendios se extienden en Birmingham, Croydon, Bristol, Liverpool y Tottenham, su mecha prendida por el mismo tipo de agresión que desató los estallidos de los años ‘60 y ‘90: la violencia policial ––esta vez empleada contra un padre de 20 años con cuatro hijos, Mark Duggan.
Pero aunque la violencia policial fue la chispa, esto no significa que fue la razón principal. Los años de recortes, desempleo, drásticas rebajas de oportunidades educativas y la mera mezquindad política hacia los pobres, los desposeídos, los migrantes y otros marginados, han dejado a muchísima gente con un amargo sabor en la boca ––especialmente en una ciudad convertida en el centro financiero de Europa, donde algunos viven una vida de exceso y abundancia.
Como era de esperar, los políticos se lanzaron sobre los micrófonos y espetaron frases que traen a la mente los pretextos de sus primos estadounidenses en poder en los ’60s, o las justificaciones por la exoneración de los policías golpeadores de Rodney King, cuya salvaje paliza llevó a la quema del Sur de California en 1992.
“Son delincuentes, no más. ¡Esto no se trata de las condiciones sociales!”
“Son matones. ¡Son ladrones, nada más que eso!” (La última vez que me fijé, los ladrones no suelen incendiar los lugares que roban.)
Los incendios son intentos de destrucción, y punto.
Durante el tumulto de los años ‘60 el reverendo Dr. Martin L. King, Jr. dijo: “En su fondo, un disturbio es el lenguaje de los no escuchados”.
Hasta la fecha los que están en el poder en Inglaterra no han escuchado nada.
Desde el corredor de la muerte soy Mumia Abu-Jamal.