Frederick Douglass: ¿Libertad para algunos o libertad para todos?

Mientras las campañas presidenciales de la senadora Hillary Rodham-Clinton  y el senador Barack Obama se conducen a máxima velocidad en una carrera para ganar más delegados (y de ésta manera la nominación), varios sectores de la población estadounidense se preguntan si la carta de género debería triunfar sobre la de raza en este momento histórico tan insólito.
Algunos han sugerido que la senadora Clinton, como mujer, merece ser nominada debido a que la nación se tardó hasta 1920 en darle el voto a la mujer. Hay quienes apoyan este argumento, diciendo que los hombres negros pudieron votar desde la ratificación de la Enmienda 15 de la Constitución en 1870.

Claro que ésta es una lectura tendenciosa de la historia de Estados Unidos, porque aunque es cierto que aprobaron la enmienda, tardaron más de medio siglo en implementarla en la mitad del país. Nos costó una larga y tortuosa lucha para que el supuesto derecho constitucional a votar se hiciera realidad, porque si la Constitución fuera suficiente, ¿por qué sería necesario promulgar la Ley del Derecho al Voto en 1965?

Un gran líder negro, Frederick Douglass, fue un atrevido defensor de los derechos de la mujer, y jamás dejó de serlo durante su larga carrera pública, tanto antes como después de la Guerra Civil.

Tan profundo era el amor a la libertad en su corazón cuando se fugó a Inglaterra para juntar el dinero necesario para legalmente comprar su libertad, que aprovechó el tiempo allí para criticar las condiciones de las clases trabajadora blanca y pobre de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Douglass escribió en The Liberator (El Liberador): “Aunque mis lazos son más fuertes y me identifico más con una clase de personas ultrajada, oprimida, y esclavizada,  no me permito  ser insensible a los males y sufrimientos de ningún sector de la gran familia humana….No sólo soy esclavo norteamericano, sino hombre, y como tal, estoy obligado  a usar mi fuerza por el bien de toda la humanidad….Yo creo que lo más pronto que difundamos los males de la familia humana, lo más pronto podremos corregir esos males”.

Cuando sus amigos y partidarios británicos recaudaron la espléndida cantidad de $750, Douglass compró su propia libertad, y logró que el contrato de compra-venta para él mismo fuera colocado en sus manos. Cuando volvió a Estados Unidos, escribió en su periódico el North Star, (La Estrella del Norte) y declaró en público en varios congresos de mujeres: “Los derechos no tienen sexo.”

Cuando la activista por los derechos de la mujer Elizabeth Cady Stanton  presentó una declaración reclamando el sufragio femenino en 1848, Douglass fue el único hombre, negro o blanco, que salió a apoyar
su propuesta, sosteniendo que la igualdad política es necesaria para la liberación total de la mujer. Una semana después de la convención [de Seneca Falls],  Douglass reiteró su apoyo, escribiendo lo siguiente en
el North Star: “Aquí encima de esta atalaya de la libertad humana, nadie nos detendrá en expresar nuestra aprobación de un movimiento, aunque sea humilde, para mejorar y elevar el carácter de cualquier integrante de la familia humana….Somos libres para decir que en cuanto a los derechos políticos, estamos convencidos que la mujer tiene derecho a reclamar todo lo que garantizamos al hombre….Nuestra doctrina dice: “el derecho no tiene  sexo!”  Que Dios acompañe a las mujeres de este movimiento”.

Hay pocos líderes negros, que sean radicales, liberales o hasta conservadores, que no buscan inspiración en las palabras y en la sabiduría de Frederick Douglass. Como activista, como agitador, como periodista de primera, como impactante vocero, tuvo muy pocos iguales verdaderos. Sin lugar a dudas, fue un líder, no un seguidor.

El hecho de que él inspira nuestros pasos hoy día, más de un siglo después de su muerte, es un testimonio de la claridad de su visión y del poder de su espíritu. Douglass no sirvió a los intereses del poder. Los criticó. Los asedió, utilizando su talento para obligar al poder a acercarse a una expresión más humana.  Hoy todos vivimos en un mundo que aún lleva su huella.

Desde el corredor de la muerte soy Mumia Abu-Jamal

Fuente: Frederick Douglass, On Slavery and the Civil War: Selections
From His Writings. (Sobre la esclavitud y la guerra civil: Selecciones
de sus escritos)   Mineola, N.Y., Dover Publications, 2003, pp. 5-6, 13.)

Escrito el 9 de febrero de 2008
Todos los derechos reservados 2008 Mumia Abu-Jamal
Audio: grabado por Noelle Hanrahan para www.prisonradio.org
Texto: circulado por Fatirah  Litestar01@aol.com
Traducción: Amig@s de Mumia

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