1967: Año de fuego, año de rabia

18 de julio de 2007

 

1967. Aquel breve relato del tiempo alberga el eco de la historia durante una época de rebelión, resistencia, temor y esperanza. Es emblemático de lo que ahora nombramos “el largo y cálido verano”. Porque en 1967, un gran número de ciudades por todas partes del país se incendiaron como si fueran hechas de ocote. Los dedos de fuego rojo-anaranjados se remontaban en el aire nocturno.

 

Y el miedo de los blancos, casi siempre reflejado en los medios corporativos, dio voz a sus propias fantasías más que a los hechos. Los periodistas escribieron historias no basadas en su conocimiento, sino en sus suposiciones. Pensándolo bien, no es tan diferente de lo que pasa con los dizques medios informativos hoy día, ¿verdad?

Las ciudades estallaron como palomitas sobre un comal aceitado. Primero Roxbury, desde el 2 al 5 de junio, luego Tampa, Florida y unos días después Cincinnati. Pasaron dos semanas más y hubo una rebelión en Buffalo, Nueva York.

 

Claro que muchos de ustedes saben que la rebelión de Newark, Nueva Jersey empezó en medio de estos eventos. Desde el 12 al 17 de julio, casi la mitad de la ciudad era un escenario de rebelión. Más de 1,500 personas fueron heridas, 1300 detenidas y 26 asesinadas. Newark se
conoció como el “Watts” de la costa oriental y un símbolo del alcance de la fiebre del descontento de los negros.

 

Por supuesto, los residentes del “estado de los jardines” saben que Newark no estaba sólo. Ahí se encendió la flama que se extendió a New Brunswick, Inglewood, Patterson, Elizabeth, Palmyra, Passaic, and Plainsfield, Nueva Jersey.

 

Antes de que se extinguieran los incendios de Newark, las chispas se convirtieron en llamas en Cairo, Illinois; luego Durham, Carolina del Norte; Memphis, Tennessee y Minneapolis, Minnesota.

 

Antes del fin del mes, unos disturbios más grandes de los de Newark estallaron en Detroit, con tropas federales (en lugar de la Guardia Nacional) llamadas a apagar la rebelión. Unas 43 personas murieron sólo en Detroit. Y el mes de julio, 1967, todavía no había terminado.

 

 

¿Cuáles eran las chispas? Y ¿cómo vemos esa época cuatro décadas después?

 

Las chispas eran las que causaron rebelión y conflicto en todas partes del país y que aún persisten hoy día: el maltrato, brutalidad y violencia de la policía contra la gente negra.

 

Si pensamos que eso fue una realidad lejana, cabe observar la situación en 1992 cuando se anunciaron los veredictos de absolución en el caso de Rodney King.

 

¡Caray! ni tenemos que ir a L.A. Hace unos pocos días, a unos kilómetros al norte de Newark, vimos las golpizas propinadas por la policía a dos abogados negros, Michael Tarif Warren y su esposa Evelyn. Los golpearon cuando intentaban impedir que la policía golpeara a un joven negro
esposado con grilletes afuera de un McDonald’s en Brooklyn.

 

Éste es el tamaño del “cambio”.

 

La cuestión no es si haya cambios en la represión porque sabemos que ésta sigue, sino si nuestra resistencia ha cambiado. La respuesta, por supuesto, es un “sí” inequívoco.

 

El cambio viene sólo cuando la gente pelea por él. Para citar nuestro distinguido antepasado Frederick Douglas: “El poder no concede nada sin demanda. Nunca lo ha hecho y jamás lo hará”.

 

La gente no se rebeló en todas partes de Estados Unidos en 1967 para tener un campeón negro del boxeo. No se rebeló porque quería un alcalde negro. No se rebeló porque quería que Adam Clayton Powell regresara a su lugar en el Congreso o porque quería un grupo de legisladores negros en el Congreso.

 

Se rebeló porque quería el poder. El poder para mejorar su vida. También quería un fin a la represión violenta de la policía.

 

Un resultado de ese año de fuego y rebelión fue el primer Congreso del Poder Negro, en el cual todo tipo de personas discutieron las maneras de conseguir el verdadero poder social, cohesivo y comunitario.

Un poco después, hubo congresos de este tipo en varias ciudades. Entre ellos, y tal vez el mejor conocido, fue la Asamblea Política Negra Nacional en Gary, Indiana, en 1972. Es casi doloroso leer lo que los delegados escribieron y contrastarlo con nuestra miserable realidad actual. Nos muestra de muchas maneras innegables que las cosas no han cambiado en lo más mínimo.

 

En la Declaración de Gary, las siguientes palabras eran parte del llamado al pueblo: “Que quede claro. Venimos a Gary en un tiempo de crisis implacable para nuestro pueblo. Desde cada comunidad rural de Alabama hasta las torres de Chicago, llevamos a este Congreso la agonía
de las masas de nuestro pueblo. De las enormes ciudades negras como Watts y Nairobi en el Oeste hasta la ruina de Harlem y Roxbury en el Este, el testimonio que escuchamos es el mismo. Somos testigos del desastre social”.

 

La Declaración de Gary también denunció la desgracia del desempleo y su impacto sobre las vidas de los negros, especialmente los jóvenes. Criticó el fracaso del sistema penal y la contaminación del medioambiente y llamó a Gary a tomar un papel importante en el Movimiento de Liberación de los Negros.

 

Los participantes reconocieron algo que muchos de nosotros, a todo parecer, hemos olvidado: el sistema estadounidense no funciona para las masas de nuestro pueblo, y es imposible hacerlo funcionar sin un cambio radical y fundamental.

 

Ellos también llamaron a una política negra independiente, sin dependencia sobre cualquier de los partidos políticos principales. Cuarenta años después, ese sueño, el fruto del año de fuego y rabia, es tan distante como el planeta Marte.

 

Como trabajadores culturales, poetas, organizadores y activistas, Amiri y Amini Baraka han intentado ser fuerzas por el cambio social en Newark, y l@s dos han hecho impactos profundos y duraderos sobre esta ciudad. Pero a pesar de esto, la mayoría de nosotros vemos la rebelión de 1967 como una rebelión traicionada. Porque aunque se puede decir que hay más políticos negros ahora que en aquel entonces, ¿hay más verdadero poder político? ¿Los políticos negros han llegado a representar a sus bases? o ¿al sistema? La respuesta está escrita en los crecientes campos de desesperación
que manchan nuestras comunidades por todas partes del país.

 

El sistema educativo converge para destruir las mentes de los jóvenes, no para iluminarlas. Ahora, más que nunca, existe la necesidad de dar nueva vida al espíritu de rebelión y resistencia en la larga marcha de nuestro pueblo por la liberación. Que tod@s seamos una parte de esta marcha.

 

Del corredor de la muerte, soy Mumia Abu-Jamal.

 

Derechos reservados 2007 Mumia Abu-Jamal

Fuente: Prison Radio, grabación Noelle Narran

Traducción: kalo

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