«La muerte escogió a Veracruz como su casa y decidió vivir ahí.» Rubén Espinosa
El 1° de agosto por la mañana en diferentes medios se reportó el hallazgo de cinco cuerpos sin vida —cuatro mujeres y un hombre— en un departamento de la Colonia Narvarte, en la Ciudad de México. Uno de los cuerpos correspondía al fotógrafo Rubén Espinosa, reportado como desaparecido por sus familiares horas antes, confirmó Artículo 19 en una alerta.
Los familiares de Rubén, quien vivía en el DF desde hace un mes, luego de haberse «autoexiliado» de Veracruz debido al hostigamiento y las amenazas que recibía por su labor, supieron de él por última vez el viernes a las 14:00 horas, cuando les avisó en un mensaje que se dirigía a su hogar. Luego de percatarse de la ausencia, los familiares lo reportaron como desaparecido.
Fotoperiodista de Proceso, Cuartoscuro y AVC Noticias, Rubén «abandonó Veracruz tras agresiones en su contra. A mediados de junio pasado, Espinosa salió del estado (…) para refugiarse en el Distrito Federal…», señala la alerta. Rubén se especializaba en la cobertura de protestas sociales y mantenía una postura crítica frente al gobernador del priista Javier Duarte.
«El miércoles 10 de junio, por la mañana, el fotoperiodista notó a una persona afuera de su casa, en Xalapa. “No le di mucha importancia y seguí camino a realizar mi trabajo”, relató (…) En la tarde, dos individuos más permanecían frente a su hogar. “Tres me veían de manera agresiva, ahí se encontraba el primer sujeto, quien aparentemente me tomó una foto y me hizo una seña como de ‘¿Qué pedo?’”. En la noche, cuando regresaba a su casa, dos personas lo siguieron, por lo que se refugió en una tienda de artículos para bebé. Minutos después, el fotoperiodista continuó su camino. Antes de llegar observó que afuera de su casa otras dos personas lo esperaban. Cuando lo vieron caminaron hacia él y Espinosa se hizo a un lado para dejarlos pasar. Éstas se detuvieron, lo miraron fijamente y se fueron.», agrega el comunicado.
Un día antes, el comunicador encabezó el acto de la recolocación de una placa en honor a la periodista Regina Martínez, asesinada en la entidad el 28 de abril de 2012.
De acuerdo con Artículo 19, «El homicidio de Rubén Espinosa marca un nuevo hito en la violencia contra la prensa en México. Es la primera vez que un periodista desplazado internamente es asesinado en el Distrito Federal. La violencia que había sufrido Espinosa era conocida públicamente, por lo que el homicidio del fotorreportero se produjo sin que las autoridades encargadas de proteger periodistas en este país movieran un solo dedo a favor de Espinosa.»
VERACRUZ Y LA VIOLENCIA CONTRA LOS PERIODISTAS
La muerte de Rubén se suma a las 14 ocurridas durante el gobierno de Javier Duarte (y a las 88 a nivel federal): en su mayoría casos sin resolver que hacen de Veracruz el lugar más peligroso de América Latina para ejercer el oficio periodístico. Paradójicamente, también es un sitio donde el gobernador es «reconocido» por la prensa afín a su mandato por «defender la libertad de expresión», como ocurrió en 2013 con la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos, AC.
En su afán por encubrir la verdad, Duarte ha caído en el ridículo y la burla, comprando reconocimientos y redacciones. A estas acciones ha sumado la impunidad como carta de gobierno. Apenas el 30 de junio pasado, se dirigía a los periodistas con un «Pórtense bien», en un discurso ofrecido en Poza Rica con motivo del Día de la Libertad de Expresión:
«Pórtense bien. Todos sabemos quiénes andan en malos pasos (…) Todos sabemos quiénes de alguna u otra manera tienen una vinculación con estos grupos (…) Todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa (…) Pórtense bien, se los pido. Vienen tiempos difíciles (…) Vamos a sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas.»
Así, las muertes y las desapariciones siguen ocurriendo y el gobernador hace oídos sordos. Apenas en julio pasado se reportó la desaparición de Juan Mendoza Delgado, director del sitio Escribiendo la verdad. Al día siguiente su cuerpo fue hallado sin vida, atropellado. Lo mismo ocurrió con Armando Saldaña Morales, de la estación La Ke Buena, quien fue asesinado en mayo. Su cuerpo fue hallado con señales de tortura y con cuatro impactos de bala.
Apenas dos casos de una larga cadena.
A pesar del riesgo de ejercer el periodismo en contexto así, Rubén Espinosa era de los pocos periodistas comprometidos con la producción de información referente a movimientos y protestas sociales, además de dar seguimiento a los casos. Fue uno de los contados periodistas que denunció la brutal golpiza que recibieron estudiantes universitarios organizados en Xalapa, por parte de paramilitares, en junio pasado.
Hasta la capital lo alcanzaron los sicarios. Fue desaparecido, torturado y ejecutado con dos tiros de gracia en la cabeza.
La muerte decidió salir de Veracruz para buscar bajo encomienda a Rubén Espinosa.