“Eran las 9 de la mañana, no abrimos las cortinas ni la ventanas de la casa, porque ya estaban aventando gas. Los helicópteros pasaban muy bajito, salimos rápido de la casa para ver que pasaba. Vimos como las personas de mi pueblo corrían por la calle y se iban, mientras los federales llegaban”, recuerdan quienes en ese momento eran niños de 6 años, “se escuchaban las torretas y mucho ruido, cohetones, gritos, sus camionetas pasaban a todo lo que da por la calle”.
Botas militares, chalecos, cascos de guerra, toletes, escudos, lanzagranadas de gas lacrimógeno, pistolas y armas largas, fueron los instrumentos que portaron 3 mil 500 elementos de tropas combinadas de policía federal y estatal, que arribaron al Valle de Ocotlán, Oaxaca el 6 de mayo de 2009, ocuparon el territorio del municipio de San José del Progreso y entregaron -desde hace 10 años- la plata y el oro que se encuentra en el subsuelo del Valle de Ocotlán a la empresa minera canadiense Fortuna Silver Mines.
«A los niños y las niñas nos metieron en un cuarto juntos para que estuviéramos seguros, escuchábamos las aspas del helicóptero sobre la casa, estaba tan bajito que nos pegaba el aire y veíamos como los arboles y las plantas resentían el sobrevuelo del helicóptero».
A inicios del año 2009, acrecentó la preocupación entre los habitantes, al no conocer la dimensión del proyecto minero. Por lo que determinaron recuperar sus tierras y exigieron que el personal de la empresa canadiense se retirara. El 6 de mayo de 2009, por órdenes del Gobierno Federal de Felipe Calderón y del Gobierno del estado de Oaxaca, encabezado por Ulises Ruiz, un operativo desalojó el plantón de la comunidad y se insertó al interior de la mina.
Un despliegue para entregarle el yacimiento de plata y oro a Fortuna Silver Mines, denominada en México Minera Cuzcatlán. Un habitante recuerda “nunca fuimos informados de qué empresa se establecería en este lugar, mucho menos los riesgos y consecuencias que traería, violentaron nuestros derechos al usar la fuerza publica”.
El mando operativo estuvo a cargo del comisario de la Policía Federal Armando Cabrera Vásquez y el Comisionado de la Policía Estatal, Jorge Alberto Quezadas, quien declaró en aquel momento que esa acción fue con el fin de restablecer el estado de derecho, “Tenían bloqueados los accesos a San José del Progreso”.
El Valle de Ocotlán fue sitiado, las comunidades agredidas y 23 personas detenidas. Testimonios de habitantes de la región, señalan que desde el año 2007 existían rumores de que había trabajos de exploración en la vieja mina de San José del Progreso, pero no fue considerado alarmante; a la par, las instituciones de gobierno locales y federales avanzaron en el convencimiento de que la población aceptara el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (PROCEDE), con el objetivo de que la minera impusiera condiciones persona por persona en la compra de las tierras necesarias para instalar la explotación minera.
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10 años después
La minera continúa la extracción de tierra y rocas de los túneles, según sus propios informes, tritura 3 mil toneladas de tierra por día. Sus ganancias de 2017, por concepto de plata y oro están contabilizadas en alrededor de 200 millones de dólares.
En octubre de 2018 un derrame de desechos mineros provenientes de la presa de jales secos de la empresa, alertó a los habitantes de Magdalena Ocotlán, acerca de las consecuencias ecológicas, ambientales y de salud en las personas que habitan en los kilómetros a la redonda del río contaminado.
El agua grisácea del Río Coyote despertó la incertidumbre de los pobladores. La contaminación sobre sus aguas permanece. En siete meses, no se ha presentado una resolución clara a través de medios oficiales o mecanismos institucionales transparentes. Los resultados de los estudios de tierra y agua realizados tras el derrame tampoco han sido revelados.
“Ahora ya no escuchamos el trino de los pájaros, nos despierta el sonido de las maquinas cavando la madre tierra y los molinos triturando la piedra, el aire ya no huele a tierra mojada, ahora es un olor a azufre y por eso nos ponemos a pensar sobre la vida y la muerte que trae la minería, desde el 2009 la empresa canadiense nos ha arrebatado la vida de compañeros, destruido la naturaleza, todo permanecía normal, pero ahora la naturaleza clama porque defendamos el agua, defendamos la tierra” afirma una mujer del Valle de Ocotlán.