LAS RAÍCES DEL PROBLEMA (Guerra en el Medio Oriente)

Mumia Abu-Jamal

Es imposible discutir la crisis actual en el Medio Oriente (uno se pregunta: ¿al medio oriente de qué?) sin examinar la historia que culmina en la creación de Israel y el papel de la mal llamada (a mi parecer) “comunidad internacional”.   

Muchos años antes de que Israel se convirtiera en una realidad geopolítica, hubo discusiones en Londres y en Nueva York sobre el tema de concederles a judíos desplazados tierras para colonizar. Estas pláticas resultaron en la declaración del Mandato Británico sobre Palestina. Para muchos palestinos y palestinas con un sentido de historia, la fecha del 11 de septiembre les suena a algo muy distinto a lo que pasó en Nueva York en 2001. Esa fecha en 1922 marcó la proclamación por el gobierno británico de su Mandato.

En 1917, este gobierno había emitido la Declaración Balfour, escrito por el estadista Arthur James Balfour, que prometió un hogar nacional para el pueblo judío. Balfour impuso la incautación de tierras árabes para otorgárselas a judíos europeos. Es revelador que Balfour no ofreció tierras británicas para tal proyecto.

 

El Ministro de Asuntos Exteriores Balfour dijo: “En Palestina no pretendemos ni siquiera pasar por la formalidad de consultar los deseos de los actuales habitantes del país….El sionismo, sea correcto o incorrecto, bueno o malo, está enraizado en viejas tradiciones, en las necesidades del presente, en las esperanzas del porvenir, las cuales tienen una importancia mucho más profunda que los deseos o los prejuicios de los 700.000 árabes que viven hoy en esta antigua tierra”.

 

En un libro reciente, el periodista británico Robert Fisk cita al historiador George Antonius, quien escribió en fecha tan temprana como 1938 sobre las guerras sangrientas que afectarían a Israel y la región entera en el futuro al establecer un estado judío allí. Básicamente, Antonius habló de la injusticia inherente en el programa colonial británico:

 

“El tratamiento dado a los judíos en Alemania y en otros países europeos es una desgracia para sus autores y para la civilización moderna. Pero la posteridad no exonerará a cualquier país que se niegue a asumir su debida cuota de los sacrificios necesarios para aliviar el sufrimiento y aflicciones de los judíos. El hacer que Palestina árabe aguante lo más recio de la carga es una vil evasión del deber que recae sobre el mundo civilizado entero. También es vergonzoso en términos morales. Ningún código moral puede justificar la persecución de un pueblo para aliviar la persecución de otro. La cura para la expulsión de los judíos de Alemania no se encuentra en la expulsión de los árabes de su patria. Y no se puede aliviar las aflicciones de los judíos a costa de infligir aflicciones correspondientes sobre una población inocente y pacífica”.

Estas palabras notables fueron escritas en 1938. Pero los historiadores no guían a la historia. La escriben muchos años después de los acontecimientos.

Claro, después de la partición arreglada por la ONU y el retiro de los ingleses después de una abrasadora campaña del terrorismo judío, el estado de Israel nació el 14 de mayo de 1948. No hace falta consultar los libros sagrados de los judíos, cristianos o musulmanes para reconocer la injusticia que reside al fondo del asunto. Dado que la ONU, igual que Gran Bretaña en su papel de mando imperial, dio lugar a este problema, no puede ser el autor de una solución viable.

 

Israel, desde su nacimiento hasta su condición actual como un proxy de Estados Unidos, no ha conocido la paz durante los 58 años de su existencia. Es un estado militar, definido tanto por su persecución del pueblo indígena de las tierras que ocupa como por la persecución en Europa que llevó a su fundación.

Las relaciones de poder existentes marcan a Israel como un agresor despiadado con pocos amigos ahora y menos en el futuro previsible.

El académico y antiguo diplomático estadounidense William Polk en su libro The Arab World Today (El Mundo Ärabe Actual) escribió: “Los poderosos consideran a los débiles como irresponsables, violentos, indignos de confianza, ilegales y terroristas reales o potenciales, mientras los que no tienen poder ven a los poderosos como tiranos que usan el aparato del Estado y la ley injustamente y sin piedad para quitarles las posesiones, la seguridad, hasta la humanidad misma.

 

Tales raíces sólo pueden producir frutos amargos.

 

Del corredor de la muerte, soy Mumia Abu-Jamal.

 

Producido por Noelle Hanrahan para Prison Radio el 22 de julio, 2006.

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