«Los Otomís [que fueron desalojados ayer por granaderos de la CDMX y golpeadores] se aprovecharon del sismo del año pasado para recibir apoyo», sentencian los medios de comunicación y algunas de las familias acomodadas de la Colonia Juárez, mismas que los discriminan todos los días en la Ciudad de la Esperanza, ¡esa en donde no hay racismo! ¿cómo se les ocurre mencionarlo?
Estos indígenas son incómodos para los vecinos de una de las zonas más exclusivas, la delegación Cuauhtémoc. Ahí habitan desde hace más de 30 años, en precarias condiciones. Roma 18, es un edificio que fungió como embajada de la República Española, ahora ocupado por pueblos originarios mexicanos, transgresores por naturaleza.
El inmueble se derrumba cada día, incluso desde antes del sismo era inhabitable, en ruinas, pero la otra alternativa era dormir en las calles. Tras el temblor del pasado 19 de septiembre, se convirtió en un espacio tambaleante: acceder es un acto suicida. El Instituto para la Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México dictaminó un riesgo de colapso.
Aquel 19 de septiembre de 2017, después de la aturdidora alerta sísmica, los queretanos tuvieron que evacuar el edificio que habitaron durante años. Esa noche, padecieron hambre y un frío al que están acostumbrados. Son los olvidados, incluso durante uno de los días más solidarios y conmovedores en México.
En comparación con los víveres recolectados en el resto de las plazas, la ayuda para ellos fue apenas un pequeño porcentaje. La opinión publica los condena: probablemente -en términos monetarios y económicos- es preferente una inmobiliaria que construirá un edificio más ¿Quién quiere tener a un grupo de indígenas con modestos departamentos en el centro de la urbe?
Parece que los grupos originarios no tienen derecho a pisar la ciudad ni a una vivienda digna, el “progreso” no los contempla, el racismo y la discriminación salen a relucir todos los días, en la forma en que los miran, en las burlas disfrazadas de humor, en los deseos de no verlos más pisar los cuadros turísticos.
El representante de la comunidad Otomí, Diego García, indica que hay un interés por quedarse con el inmueble: “coticen en el mercado qué valor tiene, es una inmobiliaria [la responsable], seguramente ellos están acreditando el proceso de desalojo” y asegura que varias empresas han llegado con escrituras falsas.
En la Delegación Cuauhtémoc, un solo departamento está valuado en más de 5 millones de pesos. Roma 18, es un terreno de mil 517 metros cuadrados, en el que caben al menos 50 viviendas, de acuerdo a los datos de Propiedades.com.
Si la privatización del espacio público excluye a los ciudadanos promedio, a los indios los anula dos veces. Desalojarlos implica regresar en el tiempo: indígenas desplazados de sus tierras para robarles sus recursos, un tema cada día más vigente.