Ropas, lentes, muñecas y sobretodo gente llegaron el 25 de septiembre a las calles Chimalpopoca y Bolívar, donde se suscitó el derrumbe de la fábrica textilera. Se convocó a realizar una ofrenda con el fin de que las costureras fallecidas aún quedarán presentes a través de la memoria colectiva. La brigada feminista artistas y vecinos aportaron artículos con los que las trabajadoras manejaban y usaban día a día.