Resignificar las palabras para comprender las acciones del 1 de diciembre

La verdadera provocación

Para algunos y algunas de nosotros la verdadera provocación empezó hace muchos años. Tal vez desde Atenco, por retomar un ejemplo emblemático, donde muchas de nuestras compañeras fueron abusadas sexualmente por la policía y muchos hombres y mujeres más fueron golpeados, torturados y encarcelados injustamente en una acción de corte militar. Un hecho vergonzoso para nuestro país, con saldo de dos jóvenes muertos, cuya responsabilidad reivindicó Peña Nieto. Debe remarcarse que tal operativo se implementó con la participación de los 3 niveles de gobierno, municipal, estatal y federal, encabezados por miembros de los 3 partidos políticos mayoritarios en el país: PRI, PAN y PRD.

También podríamos rastrear esa provocación constante contra el pueblo de México hasta Oaxaca,  donde priistas y paramilitares al servicio de Ulises Ruiz causaron decenas de muertes y desapariciones  forzadas contra integrantes de la APPO y el movimiento social.

Para algunos más la provocación desde arriba remite a Mario Marín, alias el “Gober precioso” y su red de pederastia o a la elección presidencial robada escandalosamente por Calderón en 2006.  Podemos mencionar además los feminicidios constantes en el Estado de México, Ciudad Juárez o casi cualquier parte del país, el caso Paulette y la burla del colchón, los niños y niñas muertos en el incendio de la guardería ABC , la masacre en Villas de Salvacar donde un comando armado asesino a 15 jóvenes universitarios en una fiesta y el entonces presidente Felipe Calderón y autoridades estatales los tacharon de pandilleros.

La lista de agravios que han sido cometidos contra nuestra sociedad en los últimos años es casi infinita. Por si fuera poco, todos o casi todos los responsables de estos crímenes y muertes siguen libres y en muchos casos ocupando nuevos puestos en algún nivel de gobierno. Nunca pagaron sus delitos contra la sociedad, en su mayoría ni siquiera se ejerció un juicio o causa penal contra ellos.

El denominador común, la justicia negada, ausente para los y las de abajo, la impunidad cabalgante y nuevos puestos y prebendas para los de arriba.

Una imposición largamente anunciada, una clase política corrupta y despectiva, ansiosa de poder y aceitada con instituciones igual de corruptas y serviles. Medios de comunicación mafiosos, el cerco de la vergüenza impidiendo el libre tránsito y sitiando a miles de familias en las inmediaciones de San Lázaro. El cambio de poder a hurtadillas y en mitad de la noche en palacio nacional y las sonrisas cínicas pudieron haber sido las últimas gotas de un vaso que desde mi punto de vista ya llevaba muchos años derramándose.

 

Los puños apretados.

La mañana del primero de diciembre detrás de las vallas de metal que rodeaban San Lázaro se encontraban miles de policías federales armados y equipados hasta los dientes, granadas de estruendo y de gases, balas de goma, proyectiles de  lacrimógeno, escudos, cascos, cadenas y camiones lanza agua eran una parte de su equipo.

Detrás de ellos y en el interior del palacio legislativo, edecanes, medios de comunicación y una clase política atrincherada.

Del otro lado de las vallas, en la calle, una multitud encabronada, a simple vista la solidaridad y el apoyo mutuo era impresionante a pesar de diferencias ideológicas que se podían distinguir fácilmente por las consignas que se gritaban o los colores de las banderas que se cargaban.

Entonces hubo gente de todo tipo, pero unida en algunas ideas básicas: el repudio a la imposición de Peña Nieto como presidente de México y la acción directa como método de lucha.

Mientras unos preparaban molotovs, otras rompían el piso para proveer de parque a quienes lanzaban piedras, algunos más ayudaban a los heridos y alivianaban a quienes sufrían intoxicaciones por los gases lacrimógenos. Los que los tenían protegían con sus escudos a quienes lanzaban cohetones contra la valla de la policía.

Los y las heridas se contaban por decenas y la lluvia de gases hacía imposible ver o incluso respirar, había que estar muy atentos a las balas de goma que pasaban zumbando a la altura del pecho o de la cabeza. Todo esto esta documentado por diferentes medios de comunicación e individuos pero entre la bola no estaba muy claro quien era prensa y quien no.

Fueron horas de resistencia y ataque, de acción organizada y no tanto, de sacudirse el miedo, de plantar cara y alzar la voz contra un sistema que quiere ciudadanos y ciudadanas en silencio y con la cabeza agachada, fueron horas de darle significado a palabras que como consignas se vacían pero como acciones recuperan contenido.
    

¿Qué si se rompieron vidrios? ¿Qué se lanzaron piedras y botellas? ¿Qué se hicieron barricadas? ¿No decían que si había imposición habría revolución? ¿Acaso era una consigna hueca como las otras tantas que se corean en las marchas? ¿O como nos imaginamos una revolución en términos prácticos? ¿Se puede democratizar este país con marchas y plantones? ¿Por medio de las urnas?

“No es violencia, es consecuencia “decía una pancarta en la marcha por la liberación de los presos y presas el día 3 de diciembre, muchos y muchas coincidimos.

Las horas siguientes.

No había terminado la movilización el día primero de diciembre cuando la maquinaria mediática ya estaba exigiendo cárcel y castigo a los responsables de los “actos vandálicos”, repartiendo culpas contra manifestantes y dictaminando, como siempre, la inocencia de la policía o de los mandos operativos y políticos de la misma.

Pocas horas después Marcelo Ebrard, con la boca casi espumeante, ya señalaba algunos culpables, los mismos que siempre son culpados, los violentos, los anarquistas.

La versión por parte de policías de la PGJDF de que algunos detenidos, “anarquistas” confesos, habían recibido 300 pesos por generar destrozos no tardó en circular, a esto se sumaron las imágenes de gente vestida de civil detrás del cerco de la policía en San Lázaro, algunas de ellas con palos y cadenas.

En los medios la cena estaba servida: anarquistas violentos y provocadores infiltrados, todo en el mismo plato.

Menos de 24 horas después de concluida la jornada sabatina empezaron los deslindes y señalamientos: “Nuestro movimiento es pacífico”, “todo es culpa de los infiltrados, provocadores y violentos”, “liberen a los presos, castiguen a los vándalos y a los verdaderos culpables” ”los anarquistas rompieron la marcha” fueron sólo algunas de las voces que se levantaron, inquisitivas, desde algunos sectores del movimiento.

La cacería de brujas ya había empezado y todo iba viento en popa, los medios masivos y los no tan masivos, una parte de la sociedad civil y hasta una parte del movimiento repetían como loros la tesis de la provocación y la infiltración: “los destrozos fueron causados por infiltrados y provocadores. No hay más”.

No vamos a negar que hubo infiltrados en las manifestaciones del primero de diciembre, infiltrados
, como siempre, de diversos cuerpos policíacos, vestidos de civil y realizando detenciones ilegales, tratando de desestabilizar la organización y ofreciendo imágenes a los medios sensacionalistas para desprestigiar a los movimientos. No hay que olvidarnos que es desde el poder que se infiltran los movimientos para dividirlos, criminalizarlos, obtener información y dificultar su organización.

A las voces que exigían castigo a los verdaderos responsables les pregunto: ¿A quien se castiga y a quien se le imparte “justicia” en este país? ¿Acaso las cárceles en México no están llenas de pobres y los gobiernos de criminales y corruptos?  ¿Son las autoridades judiciales quienes imparten justicia? ¿Dónde esta Luis Rosales responsable de la muerte de 9 jóvenes y tres policías en un operativo fallido en la discoteca NewsDivine? ¿Dónde están lxs responsables de todas y cada una de las violaciones a los derechos humanos y abusos de autoridad que cometen las distintas policías en el país?

Mirar más allá.

Si bien el surgimiento de #Yosoy132 trajo consigo la politización de una parte de la juventud y puso en la escena política sus demandas con frescura y energía, el espectro de la izquierda no-electoral en este país es más amplio y sus formas muy diversas.

Los tiempos son otros, se acabaron las elecciones y se impuso a un presidente, se acabaron las promesas de campaña y ahora toca lidiar con la verdadera cara de quienes ostentan el poder, basta voltear a ver el pacto por México y la cascada de reformas que nos quieren imponer este 2013

La construcción de autonomías y la práctica de otras formas de hacer política frente al capitalismo es una realidad que se vive cotidianamente tanto en zonas rurales como urbanas a lo largo y ancho del país.

También existen muchos grupos colectivos e individuos con raíces, identidad y luz propia que consideran que no basta con salir a gritar consignas vacuas y han optado por la acción directa contra los símbolos, instituciones, medios y representantes del poder político, económico y social.

La moneda está en el aire, o se apuesta por la búsqueda de objetivos comunes basados en principios de respeto a las diferentes formas de lucha o se abona el campo del señalamiento y la división asumiendo las consecuencias que eso representa  para un movimiento social ante un futuro difícil como el que tenemos por delante.

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