Después de 54 kilómetros de caminata, la mañana de este sábado 7 de mayo reanudo su paso la Marcha Nacional por la Paz y Contra la impunidad. El punto de partida fue la comunidad de Topilejo al sur de la Ciudad de México. La marcha, que inicio el pasado jueves en Cuernavaca y que es encabezada por el poeta Javier Sicilia y familiares de víctimas de la guerra contra el crimen organizado, pernocto en un paraje frente al auditorio ejidal de Topilejo, comunidad a la que arribo por la tarde del viernes y donde se llevó a cabo un mitin en la plaza central.
Previo a que los marchantes se enfilaran a la autopista México-Cuernavaca para seguir su rumbo a Ciudad Universitaria, se realizó un pequeño acto donde algunos voceros de la organización de la marcha manifestaron su agradecimiento a los pobladores. Por su parte Javier Sicilia hizo hincapié en el carácter silencioso de la marcha, la cual convoco en días pasados después del asesinato de su hijo Juan Francisco. Con la tenue voz que lo caracteriza, Sicilia argumento que “hay muchos dolores en el país y si todos cantáramos nuestras consignas se diluiría nuestro mensaje, hay que dejar que grite el silencio”.
Alrededor de las 11 am, la marcha, la cual crecía conforme avanzaba, llego a la caseta de cobro en la ciudad de México para continuar hasta la comunidad de San Pedro Mártir en la delegación Tlalpan, donde alrededor de 400 colonos del pueblo y comunidades aledañas esperaban en la carretera con pancartas, música y víveres. El acto se dio sobre la carretera, donde los organizadores colocaron un sonido con música. Pancartas con las consignas: “No más sangre” “Alto a la guerra y “Estamos hasta la madre” entre otras ondeaban en postes, mallas y puentes.
Después de la parada en San Pedro, la caravana por la paz se encamino a Ciudad Universitaria por la avenida Insurgentes Sur, no sin antes realizar pequeños descansos. Entrada la tarde, alrededor de las 5:30 pm, los marchantes, a los cuales se les sumaban decenas de personas, arribaron a Ciudad Universitaria, última parada de la marcha antes de llegar al Zócalo Capitalino.
A la llegada del contingente al campus universitario ya se encontraba instalado un templete en las islas, donde se dio el recibimiento por cientos de estudiantes, organizaciones y ciudadanos. Al iniciar el acto una estudiante, a nombre de los estudiantes universitarios que participan en la organización del evento, dio la bienvenida con un discurso donde señalo la estrategia fallida del gobierno federal al combatir al crimen organizado, el nivel extremo de violencia en la frontera al norte del país y las consecuencias en todo el territorio de la guerra de Felipe Calderón.
El micrófono fue ocupado en su mayoría por familiares de víctimas de la guerra, quienes gritaron consignas dirigidas a Felipe Calderón. Tal fue el caso de los padres de Adriana Morlet, alumna de la Facultad de Arquitectura desaparecida hace ocho meses después de entregar un libro en la biblioteca central del campus y de la cual no se sabe su paradero. Por su parte Otilio Cantú padre de un joven abatido el pasado 18 de abril, señalo que su hijo era un mexicano ejemplar y que su único pecado era trabajar, levantarse a las 4:45 de la mañana para conducir su camioneta. Manifestó también su carácter de ciudadano sin afiliación política.
En sus palabras a los concurrentes, Javier Sicilia agradeció a la máxima casa de estudios por el cobijo a la marcha, flanqueado por Hugo Gutiérrez Vega, “uno de los altos poetas de esta nación”, y el padre Miguel Concha, “uno de los grandes cristianos y uno de los defensores de los derechos humanos más dignos y más grandes de este país”, Sicilia presento el Réquiem de Mozart a cargo de la Orquesta de la Escuela Nacional de Música y el coro de la UNAM.
