–¿Cuándo supieron que iban a salir de prisión, don Ignacio?
–Desde el primero momento. Siempre lo sabíamos.
–¿Por la confianza en que la gente los iba a sacar?
––Más bien por la rabia. Rabia que llevábamos concentrada. Quizás al principio hay un temor. Hay un desconcierto, con molestia, con incertidumbre, con rabia, con impotencia. Esto se trasciende el dolor. Se sobrepone el dolor. No hay lamentación, ni arrepentimiento. Hay un coraje rebasando límites humanos que se concentra y de alguna forma evita el dolor físico… Es la rabia reciente y la continuación de la que hemos estado sufriendo latentemente durante muchos años. Durante muchos siglos…. De que vamos a salir o no vamos a salir, lo basábamos en que la lucha no va a ceder. Se repliega un poco por el miedo, el desconcierto. Pero aún separados, la gente, ya sean perseguidos, ya sean encarcelados, todos pensábamos de la misma manera. Un objetivo. Al principio, no rendirse. Porque se sobreponía al dolor, la rabia, el descontento y la confirmación de lo que siempre hemos sabido como gente de los de abajo”.
Así empieza una entrevista a Ignacio del Valle con unos medios libres en un momento de la celebración en San Salvador Atenco el domingo, 4 de julio, de la liberación de 12 presos que el Estado mexicano pretendió torturar hasta la muerte en sus centros de exterminio, con las sentencias infames de 112 años, 67 años, 32 años. Hay música, mucha música. Baile, mucho baile. Comida, mucha comida. Pulque, mucho pulque. Sonrisas, muchas sonrisas. Abrazos, muchos abrazos. Agradecimientos, muchos agradecimientos a todas y todos que participaron en el triunfo—a las mujeres de Atenco que nos han ofrecido café, desayuno, comida o cena en cada marcha, cada mitin, cada evento durante los últimos cuatro años; a la vieja guardia de Atenco, especialmente a don Francisco Alarcón, quien habla el nahuatl y se encarga de los cañonazos en todas las fiestas; al Comité Libertad y Justicia para Atenco; a las organizaciones sociales y las organizaciones de derechos humos; a la solidaridad internacional.
––Don Ignacio, hemos tenido poco triunfos en nuestros movimientos. Dos de estos se han dado aquí en Atenco. ¿A qué se debe esto?
––La gente entendió perfectamente, aclaró su conciencia, ya como una experiencia secundaria, por segunda vez, que no debería de ceder, porque ya había pasado por la misma represión en años anteriores, nueve años antes. Y que era seguro que si nos manteníamos firmes, íbamos a vencer. Desde luego, hubo mucha gente que retrocedió, protegiendo a su familia, pero que se mantuvo y que estuvo presente desde muchas formas.
“¡América del Valle, te queremos en la calle!” se escucha una y otra vez. Es uno de los principales asuntos pendientes. América del Valle, cuya petición para asilo político en Venezuela centró la atención internacional en las injusticias del caso Atenco en un momento crítico, sigue perseguida.
Trinidad Ramírez agradece a todos y dice con la gracia que la caracteriza: “El triunfo es de ustedes”. Lee el pronunciamiento del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), destacando que la lucha seguirá con proyectos de auto-gestión para defender la tierra y con acciones de solidaridad con otros grupos en lucha, como el SME, los mineros, los presos políticos, los indígenas zapatistas en Chiapas, el municipio autónomo de San Juan Copala, y todos las organizaciones que pelean contra el despojo de sus tierras. “…Con el grito de ‘La tierra no se vende, se ama y se defiende’, comenzó nuestra lucha en estas tierras allá en el 2001 cuando Vicente Fox quería construir su aeropuerto. No fue sencillo derrotarlo porque primero tuvimos que vencer la idea de que no tiene sentido luchar contra el gobierno porque nadie le gana, y sin embargo, lo logramos. Vencimos…. Nosotros en el FPDT sabemos que la historia no es fatalista, que ésta se construye. Y que si habíamos ganado una vez, teníamos la posibilidad de lograrlo de nuevo….Aún nos falta alguien. Nos falta América del Valle. Vamos por ella. Seguiremos luchando para que regrese con nosotros…”
En la entrevista, Ignacio del Valle destaca: “Estamos seguros de que ella va a salir, y no porque estemos pensando en una buena voluntad para que de la libertad. No. Ni estamos pidiendo buena voluntad. Estamos diciendo que YA, haga lo que le corresponde. ¿Por qué? Porque el pueblo ordena. Y de alguna manera, la lucha sigue. Y América está resistiendo y va a resistir. Pero no en una resistencia pasiva. Es una resistencia activa. Porque desde donde está, está diciendo, quizás, en su silencio, que la lucha debe de continuar. Desde luego que nada le tenemos que pedir de favor al gobierno. La libertad no será la consecuencia de un favor ni de un acto de buena voluntad de nadie. Es la obligación y es necesario que el sistema ya le dé la libertad”.
Otro perseguido ha regresado a su pueblo y está presente en la fiesta. Adán Espinoza todavía enfrenta un proceso por un cargo menor, pero se incorpora de nuevo en la lucha e insiste en la importancia de organizarnos y unirnos para avanzar.
Varios de los presos recién salidos de Molino de Flores también están presentes en los festejos, incluso Inés Rodolfo Cuellar, quien cuenta que, al enterarse de la orden de liberación, unos de los presos comunes dijeron: “Ya se van ‘los atencos’. ¿Ahora quién nos va a defender?” Y cuando los 9 salieron, los presos comunes estaban ahí coreando, “¡Zapata vive! ¡La lucha sigue!” Con la salida de los presos, se levantó el Otro Plantón en las afueras del penal de Molino de Flores, terminando con una larga acción de solidaridad de parte de varios grupos sucesivos de La Otra Campaña.
Felipe Álvarez sube al escenario y habla de lo que hace falta para soportar un encarcelamiento: “Compañeros, les pido que día a día hagamos más conciencia porque solamente con consciencia se puede ir, solamente con consciencia se puede soportar una represión, solamente con consciencia se puede soportar un encarcelamiento. Hay tanto cabrón policía y custodios ahí adentro que a cada momento están reprimiendo psicológica y físicamente. Y si no tienes consciencia, compañeros, no van a soportar porque sucede que donde estuvimos, las personas que no soportan se ahorcan. Eso no lo sabe todo mexicano, que en La Palma, en el Altiplano, hay gente que se ahorca, que al entrar, hay veces que en el maltrato que le da en la entrada, cuando los llevan a sus calabozos, a los minutos mueren, y luego andan corriendo los pinches policías pa’ allá y dicen “Ya se te pasó la mano, guey. Ese guey ya se nos fue”. Y no se sabe de los muertos que hay en La Palma, porque todo eso no existe. No existen los derechos humanos en La Palma. En La Palma existe el exterminio ¿sí? Día a día, día a día te van acabando psicológicamente y físicamente, compañeros. Quisiera mencionar el maltrato que te da en La Palma. Para comer, te dan cinco minutos, compañero. Para bañarte, te dan cinco minutos, compañero. A veces con agua hirviendo. Si reclamas y preguntas por qué, te dicen, “Eres animal, guey, eres delincuente. Por esto tienes que aguantar como animal, pelarte con agua caliente”. Yo estuve encamado, compañeros, dos veces quince días, con suero, y con un pie atado al tubo de la cama. Con una cadena y un candado me encadenaban. Así comía, así dormía. Lo digo no para que se espanten porque ya no vuelven a participar. Lo digo para que hagan consciencia y sepamos a qué le tiramos”.
“Ni perdón, ni olvido. Castigo a los Asesinos!” Mientras la impunidad sigue, las demandas para justicia se escuchan.
––Don Ignacio, ¿qué opina sobre las acciones que debemos tomar en contra de las prisiones? ¿Exigir cambios en las condiciones? ¿Tumbarlas? ¿Oponernos a la construcción de más prisiones?
––Claro. La construcción de más prisiones como proyecto, significa que está viendo el efecto, y no la causa. La causa es otra. Se ha desatado una ola de delincuencia y en las cárceles encontramos jovencitos de entre 18 y 25 años en su mayoría…En las comunidades no hay oportunidades de trabajo, de estudio, de preparación. Entonces ¿cómo van a subsistir en sus necesidades más proletarias de empleo y de alimentación? Yo preguntaría ¿Qué diferencia habría si se construyeran por cada prisión, cinco escuelas de los diferentes niveles? Pero no queremos cantidad, queremos calidad de educación. Son temas que no son cosa aparte de la repartición igualitaria de la riqueza. Si no hay una repartición igualitaria, o por lo menos equitativa o justa a las necesidades reales
que presenta la situación en cada comunidad, llámese región, llámese estado, llámese país, desde luego que no va a haber justicia. Y esto no lo va a resolver el sistema. Lo tiene que resolver y tomar en cuenta de iniciar una propuesta de nación de la gente de abajo. Desde abajo. Los de arriba nada más nos van a manipular. El problema no es que construyan más cárceles. El problema es que en comparación con la educación, hay un abismo muy grande. Y tampoco la solución es la construcción de escuelas. Es un cambio de sistema total. Y para esto, nos tenemos que organizar. La forma de cómo se de este cambio lo va a dar la realidad propia de cada región, de cada tiempo, en cada lugar. En estos momentos, en nuestra región de México, como en otras, es muy similar la dependencia. Tenemos un monstruo muy grande. Es la economía internacional. Porque cómo entender que en un país con un nivel de pobreza muy grande, y sobre todo, una descomposición social, en donde la concentración de la riqueza está en unas cuantas manos y la pobreza está en una gran mayoría. El problema no es de atacar a la pobreza. Tenemos que atacar a la riqueza. Tenemos que cambiar todo.
––Don Ignacio ¿qué le puede decir al pueblo mexicano en general que todavía no está organizado pero que resiente lo que pasa en este sistema capitalista?
–– Sí, mi niña. Yo creo que…ya no tenemos que dar la primera lección. La lección nos han dado y no siguen dando los movimientos que están en resistencia, que nos dicen que no tenemos que estar repitiendo año, como si fuera un curso. Ya tenemos que seguir dando los pasos que siguen, que antes de ser… y quiero que quede bien claro éste, creo que es la clave, que no tenemos que confundir organización pequeña a pueblo, organización que marca intereses de un grupo a una comunidad, que antes de ser organización, sea del color, sea del centro o de la orilla o de en medio, que el objetivo de cualquier organización, antes de ser organización de grupo, es pueblo. Y que cuando entendamos esta situación, respetaremos en forma particular el deseo por seguir participando de cada quien en momentos de paz a quien quiera seguir participando, pero en estos momentos de guerra, nos tenemos que unir como pueblo, porque antes de ser organización, tenga el título que tenga, somos pueblo. Y esta es la expresión más hermosa que podemos tomar como bandera.
––¿El papel de los pueblos indígenas y los pueblos originarios en este proceso?
––Son básicos. Si desde nuestras raíces no estamos proponiendo el cambio, en este caso porque somos pueblos indígenas, nada más que maquillados y penetrados por la cultura, pero somos hijos de indígenas, nietos de indígenas, no podemos decir que para la próxima generación ya no vamos a ser indígenas. Nada más este conviene al sistema que se pierda esta identidad…”
Desde el escenario, con humor y regaños con respecto a los pretextos para no hacer nada, don Nacho insiste en que hay que participar y unirnos, pero de verdad: “Compañeros, tenemos que estar firmes. Que se arrugue el cuero pero que no se arrugue nuestra consciencia. Hermanos del alma, gracias. Gracias por su solidaridad…Tenemos que estar juntos. El único pinche problema es esas posiciones en donde hemos creído que tenemos la razón. Sí, muchos tienen la razón. Y saben distinguir bien quien está haciendo algo bien, pero si no se presentan, me lleva la fregada. Es lo mismo…. Pero quizás algunos no lo saben hacer, pero ahí están. Y lo están haciendo mal, pero ahí están… Vamos a estar con nuestros hermanos mineros. Vamos a hacer pronunciamientos, pero vamos a hacer acciones. Pero vamos realmente uniéndonos. Ya dicen “Estuvimos contigo, Nacho, estuvimos en tu festival”. Gracias. Yo para que chingados los quiero en mi festival. Los quiero a la hora de los madrazos….No compas, vámonos uniendo”.
Concluye Felipe Álvarez:
“No saben que orgullo me da y que satisfecho me siento el salir y encontrarlos aquí todavía. El saber que no tuvieron miedo a caer a donde caímos nosotros. Esto significa que sí, hay lo que pregunto de consciencia, que sí existe lo que yo deseo. Y eso, compañeros, nos nutre, nos fortalece. Y vamos a ir a Chiapas. Vamos a ir a dondequiera que estemos con nuestros hermanos a defenderlos y a solidarizarnos con ellos. Atenco va a estar allí. Que lo sepa el gobierno. Que lo sepa el mal sistema. Allí va a estar Atenco. Porque tiene que haber muchos Atencos, muchos Chiapanecos, muchos Guerrerenses. Tenemos que ser muchos de todas partes, ¿sí? Juntos vamos a hacer el cambio que deseamos todos los que estamos jodidos. Todos los que somos reprimidos. Vamos a lograr el cambio. Vamos a sacar este mal sistema de ese lugar de Los Pinos. No lo vamos a sacar con votos, jugando a las elecciones para chupar huesos como aquí a la izquierda. Nosotros no vamos para ese camino. Nuestro camino es muy diferente ¿sí? Aunque el lodo y la porquería esté a un ladito, no nos vamos a ensuciar. Porque cuando se obtiene la consciencia, esta suciedad no nos va a manchar, compañeros, ¿eh? Aunque caminas encima de ella, no nos va a manchar ¿sí? Entonces, compañeros, les doy las gracias y les pido disculpas, me están esperando adentro, pero yo voy a estar aquí nuevamente, compañeros. Ya me estoy integrando ¿sí? Hermanos, gracias. Hermanos, los quiero. Los quiero hermanos y hermanas. Están en mi corazón. ¡Atenco Vive! ¡La lucha sigue! ¡Zapata vive y vive! ¡La lucha sigue y sigue! ¡QUE SÍ, QUE NO, QUE CÓMO CHINGADOS NO!