Cuando las cortes fallan

A veces nos sorprende cuando las cortes toman malas decisiones. Pero ¿por qué? Es porque tenemosexpectativas que vayan a hacer lo correcto. Y ahí está la sorpresa. Si la historia es algún tipo de juez, deberíamos estar sorprendidos cuando hagan lo correcto. Porque las cortes son instituciones políticas, y la política no se trata del bien o del mal: se trata del poder ––de quién lo tenga y quién no lo tenga.

Las cortes fueron establecidas para proteger la riqueza y propiedad de los poderosos, y cualquier lectura honesta de la historia jurídica nos lleva a esta conclusión.

Aquí en este país las cortes eran los enclaves de los esclavistas, no de los esclavos. Las palabras de un juez de la Suprema Corte del estado de Carolina del Norte  son instructivas. Ilustran la base de la ley en el año 1829: “Es imprescindible que el poder del amo sea absoluto para asegurar la perfecta sumisión del esclavo….Como un principio moral, cada individuo jubilado debe repudiar [la esclavitud], pero en las condiciones actuales, tiene que seguir así”.

Casi todos hemos escuchado algo sobre el infame caso de Dred Scott (1857), pero ¿cuántos sabemos que una generación antes de este dictamen, la Suprema Corte del estado de Pensilvania afirmó lo mismo? En Hobbs v Fogg (1837) el máximo tribunal del estado opinó que los negros no eran parte del acuerdo expresado en la  Constitución, y por eso no podrían votar.

Y aunque el dictamen Dred Scott se volvió motivo de la Guerra Civil, cuando la guerra terminó fueron las cortes, en casos como Plessy V. Ferguson (1896), que avalaron la segregación racial, discriminación y opresión contra la gente negra en una descarada violación de las palabras de la Constitución nos complace pensar que todo eso fue la historia antigua—algo que ocurrió en aquel entonces, pero no en este momento. Pero se trata de las piedras angulares sobre las que se construyó los Estados Unidos.

Mi papá nació un año después del dictamen Plessy y vivió casi una vida entera bajo sus crueles restricciones.

La ley ha cambiado únicamente cuando la gente se ha organizado para obligar a un cambio. Y el gran abolicionista, luchador por la libertad, y agitador Frederick Douglass nos enseño que “El poder no concede nada sin una demanda. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará”.

Los movimientos sociales en las calles, no las demandas en las cortes, terminaron con los efectos del dictamen Plessy. El pueblo organizado sacudió el status quo; no tenía nada que ver con palabras finas escritas sobre crujiente papel blanco.

Cuando la gente se organiza, el cambio ocurre.

Desde el corredor de la muerte Mumia Abu-Jamal

[*Source: Aptheker, Herbert, American Negro Slave Revolts (New York:
International Publ., 1943 {197}, p.66]

Escrito 5 de abril de 2008
Derechos reservados 2008 Mumia Abu-Jamal
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Audio grabado por Noelle Hanrahan para www.prisonradio.com
Amig@s de Mumia, México

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