Fascismo II (Ni perdón ni olvido)

Manual de Perplejos

Empezamos con una aclaración que podría parecer ociosa, pero no todas las manifestaciones de la derecha, incluso extremas, son fascistas. El fascismo es un tipo particular de derecha, el peor de todos, pero evidentemente no el único.

Por ejemplo, el uso de la fuerza pública no es necesariamente fascismo (pero sí puede ser autoritarismo y, evidentemente, muchas veces es represión); la censura, por sí misma, tampoco es fascismo. Sin embargo, el genocidio generalmente sí está ligado al fascismo, así como los campos de concentración y exterminio, el bombardeo indiscriminado de poblaciones civiles desarmadas y sin valor militar también es una característica fascista.

II

Según la Enciclopedia Británica, el fascismo es una ideología política en la que se incluyen “un nacionalismo extremo militarizado, desprecio por la democracia electoral y el liberalismo político y cultural, creencia en jerarquías naturales sociales, dominio de élites, y el deseo de crear una Volksgemeinschaft (comunidad del pueblo), donde los intereses individuales se subordinan al bien de la nación”.

De acuerdo con estas características, son fascistas entonces el sionismo, el gobierno de Pinochet y los gobiernos militares que tuvieron Argentina y Uruguay durante la segunda mitad del siglo pasado. En todos ellos, el culto a la patria apoyado por un aparato castrense extremo han estado presentes; evidentemente, también el desprecio a la democracia electoral y al liberalismo, pues hasta la fecha los seguidores de esos regímenes siguen culpando a lo que ellos consideran “comunistas”, en realidad, cualquier persona con un mínimo de empatía y solidaridad, de todos los males del país; tanto los sionistas como las juntas militares sostienen que existen personas que deben estar por encima de otras y en todos los casos, importa más el bien de la nación (definido por el gobierno fascista) que cualquier otra consideración.

En todos los casos, para que el fascismo funcione se requiere de un líder carismático, como ocurrió con Pinochet, Franco o Videla, o la sustitución de este por un discurso mesiánico como ocurre en el Israel actual.

III

Robert O. Paxton asegura que el fascismo es: “una forma de comportamiento político marcada por una preocupación obsesiva con el declive de la comunidad, la humillación o la victimización, acompañada de cultos compensatorios de unidad, energía y pureza; un partido de militantes nacionalistas de base masiva, que trabaja en colaboración con élites tradicionales; abandona las libertades democráticas; persigue objetivos de limpieza interna y expansión externa sin restricciones éticas o legales.”

Si analizamos más a fondo estas consideraciones podemos ver cómo Estados Unidos está cayendo en el fascismo. En 1931, Lev Trotksy en su texto ¿Qué es el fascismo? establece que esta corriente autoritaria de gobierno tiene origen espontáneo de grandes masas, con nuevos dirigentes surgidos de la base; se forma en la pequeña burguesía, en el lumpenproletariado, y hasta cierto punto en partes de las masas proletarias y lo dirige y financian las grandes potencias capitalistas.

Para Trotsky, el fascismo difiere de otras formas de dictadura, como las militares tradicionales, ya que aunque ambas suprimen libertades políticas, el fascismo implica movilización de masas, base social más amplia y una relación específica con la burguesía.

IV

Uno de los éxitos del fascismo es hacer creer al proletariado que el Estado en verdad lo representa y que los sacrificios a los que están obligados serán, por un lado, para acabar con un enemigo externo que acecha y trata de arrebatarles la identidad y, por otro, que ellos mismos han elegido esa forma de gobierno.

El fascismo, a corto o mediano plazo, históricamente siempre ha traído muerte, degradación y tragedia no solo para las demás naciones, sino para el mismo pueblo que lo abraza. Recordemos Alemania e Italia; España sigue dominado por una monarquía fruto del golpismo que cuesta millones y abusa de sus privilegios. Chile, Argentina y Uruguay siguen en un proceso largo de cerrar heridas, pero sobre todo, de castigar culpables porque ante los crímenes del fascismo, no debe haber ni perdón ni olvido.

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Gabriel Páramo
Gabriel Páramo
Profesor universitario, periodista.

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