Iztapalapa: Hoy la periferia está herida | Columna de opinión

Algunos titulares decían: “Estalla pipa de gas en Santa Marta, a la periferia de la CDMX”. Ese título, aunque pudiera parecer solo lo que es, un encabezado, refleja mucho más de lo que pasó el 10 de septiembre en Iztapalapa. Puede que, en todo el país, se recuerde este día por un hecho tan trágico: una pipa que transportaba 49,500 litros de gas licuado volcó, causando una densa nube que posteriormente hizo ignición, dejando como saldo 94 personas heridas, entre ellas 9 fallecidas hasta el 11 de septiembre.

Eran las 14:20 de la tarde y en esa llamada periferia la vida transcurría con “normalidad” (en el inconsciente de algunas personas el adjetivo de periferia le resta importancia, tanto a la geografía como a la vida que ahí se desarrolla). Una nube de gas, proveniente de la pipa volcada, alcanzó a casi un centenar de personas que se encontraban cerca. Las redes sociales comenzaron a inundarse de videos: gente quemada corriendo, personas con la piel desprendida, algunas con las extremidades casi inmóviles y en shock por las quemaduras. Los reportes señalaban que la tragedia había ocurrido en Iztapalapa, en Santa Marta, en la Concordia.

Fotografía: María Vergara

Cuando uno pasa por la Concordia puede ver el gran distribuidor vial, las paradas de autobuses y un movimiento constante, siempre apresurado, como en la mayoría de los lugares de la CDMX dónde la vida pasa de prisa. Este espacio es uno de los caminos diarios de miles, quizá millones de personas trabajadoras, estudiantes y otras más que se trasladan hacia sus actividades cotidianas en la ciudad. Algunas provienen de la zona oriente, otras del Estado de México, de Puebla, entre otros lugares. Y es que la Ciudad de México la sostiene la periferia: esas miles de personas de la clase trabajadora que día a día se levantan a horarios sorprendentemente tempranos o recorren varias horas para llegar a sus trabajos o volver a sus hogares. Son esas mismas personas que dejan la vida en el trayecto, esta vez no de modo metafórico.

Rápidamente muchos vecinos y personas de zonas aledañas corrieron al auxilio, exponiendo su vida o integridad física para ayudar a quienes fueron alcanzados por el fuego. Seguramente muchos vieron el video de la señora Alicia, apenas caminando por la avenida mientras sostenía a su nieta de dos años en brazos; ambas habían sufrido quemaduras por la llamarada. La desesperación por hacer algo inundaba a todas las personas, así como la enorme admiración y respeto por saber que, en esta periferia, cuando se ama, se pone el cuerpo para salvaguardar a los suyos. Hasta el día de hoy, la familia de la señora Alicia reportaba que seguía luchando por su vida, aun cuando uno de los últimos informes médicos públicos señalaba su fallecimiento.

Fotografía: María Vergara

Iztapalapa es una de las alcaldías más pobladas de la Ciudad de México, sin embargo, pareciera que siempre ha sido olvidada por los distintos gobiernos que mientras se esfuerzan por mantener una falsa imagen de pulcritud ante lo que implica albergar un mundial, en esta alcaldía la inseguridad, la falta de agua y las inundaciones son el pan de cada día. Es un territorio históricamente marginado, conocido a nivel nacional más por el estigma que por sus virtudes. Ese estigma está marcado por el clasismo de un país que ha relegado a Iztapalapa a un sinónimo burdo de crimen. Este mismo lugar es también el escenario donde, año con año, se realiza la representación del Viacrucis en Semana Santa, recorriendo calles llenas de baches y socavones con Cristos, Marías y Magdalenas.

El 10 de septiembre, esas mismas calles se vieron desbordadas por ambulancias y patrullas que trasladaban a personas heridas a los hospitales más cercanos. Algunas víctimas incluso fueron llevadas en vehículos particulares que, ante el caos, se convirtieron en transporte improvisado de emergencia.

Fotografía: María Vergara

Algunos datos difundidos por la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) señalaban que la pipa involucrada no contaba con póliza de seguro de responsabilidad civil ni de responsabilidad por daño ambiental para permisos de transporte “que amparan la actividad del semirremolque involucrado”. Más tarde se supo que cargó gas en la Terminal Marítima Gas Tomza, la cual tenía registro de póliza de seguro (oficio ASEA/UGI/DGGOI/8511/2024), aunque este año se le había negado la renovación para almacenamiento de gas licuado.

Posteriormente circularon versiones que atribuían el accidente al exceso de velocidad. Sin hacer aseveraciones hasta que se dictaminen las causas, se puede señalar que no existe un solo responsable, sino una cadena de omisiones: empresarios dueños de estas compañías de hidrocarburos y logística que lucran con este negocio, y dependencias gubernamentales que deberían supervisar y verificar su cumplimiento. El saldo de esta cadena de irresponsabilidades fue de 9 vidas perdidas y 85 personas lesionadas.

Entre las historias que se han conocido están las de Misael, trabajador de limpia de la CDMX que murió en el hecho cuando solo había salido a buscar un regalo para su nieto; Adolfo, uno de los heridos que es  empleado de una vulcanizadora, que en su “descanso” se recostó sobre el pasto sin alcanzar a reaccionar cuando la nube de gas lo envolvió; y Ana Daniela, estudiante de Ingeniería de Alimentos en la UNAM, alcanzada por las llamas y trasladada en estado grave a un hospital, mientras su familia era notificada gracias al teléfono que quedó tirado en el lugar. Su novio la buscaba desesperadamente en redes sociales ante la imposibilidad de encontrarla, este 11 de septiembre, el joven  informó sobre su fallecimiento.

Fotografía: Drau Amaro

Como sociedad nos corresponde exigir justicia y no callar ante un hecho que, aunque parezca accidental, responde a una larga cadena de responsabilidades. Entre las múltiples historias, notas, fotos y videos, el patrón es evidente: todas las víctimas eran personas de la clase trabajadora de la periferia. Una clase trabajadora que sufre  los estragos de la irresponsabilidad de múltiples actores a quienes las vidas de la periferia no les importan, salvo cuando se trata de mano de obra barata o votos.

Hoy la clase trabajadora llora a sus muertos. Hoy, al escribir esta columna, nos enteramos de que el arte y la convicción de Jorge Islas, artista plástico, nos hará falta para siempre.

Hoy la periferia está herida. Le faltan 9 miembros valiosos, le faltan 85 o más personas íntegras en sus calles. Pero esta periferia resiste, y nos ha mostrado que pertenecer a ella también significa luchar.

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Marcos 'Ik'
Marcos 'Ik'
Marcos IK es un artista de Spoken Word, fotógrafo y comunicador social, originario del Estado de México. Su obra se distingue por una poderosa y contundente exploración de temas raciales, abordando la identidad, la resistencia y la justicia social a través de la palabra hablada. Su estilo único fusiona elementos de la poesía tradicional con los ritmos contemporáneos del Hip-Hop, ofreciendo una perspectiva incisiva y reflexiva sobre la experiencia racial en México y el mundo.

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