Compañeras y compañeros,
Somos un grupo de trabajadores de Sohnen de México. Hemos colaborado con la empresa por cinco, diez y quince años. Nuestro trabajo ha hecho millonario a los dueños, a la familia norteamericana Sohnen.Pero como pago a nuestros esfuerzos, Mister Sohnen ha organizado una guerra sucia deshacerse de nosotros y hacerse el tonto con nuestros derechos laborales.
Por quince años, millones de hornos de microondas, sistemas de sonido y aparatos electrodomésticos han llegado descompuestos a la planta maquiladora de El Pacífico en Tijuana.
Por quince años, más de 400 técnicos nos hemos esforzamos en reparar estos aparatos a los que luego Mister Sohnen reenenvía a California y los vende “casi como nuevos” en Wal-Mart, Target y otras tiendas de Estados Unidos. Con nuestro trabajo, Mister Sohnen ha hecho un negocio redondo con ventas anuales de más de 500 millones de dólares. Antes de venir a Tijuana, Mister Sohnen tenía su fábrica en Santa Fe Springs, California, pero en 1992 se fastidió de pagar los “salarios exorbitantes” del primer mundo. Para Mister Sohnen, el colmo de California fue cuando un trabajador guatemalteco que iba a ser deportado exigió una compensación. ¿Cómo se atreve a exigir sus derechos un simple emigrante latino indocumentado? Como respuesta a tal insolencia, Mister Sohnen apoyó la campaña presidencial en Estados Unidos del candidato ultraconservador y antimexicano Ross Perrot. Pero al mismo tiempo, el empresario de ideas modernas cerró la planta de California y abrió su maquiladora en Tijuana.
Quince años después, Mister Sohnen ha decidido que su fábrica ya no le costea. Es hora de deshacerse de nosotros. El año pasado, cuando regresó de sus vacaciones del Thanksgiving (noviembre de 2006) Mister Sohnen nos informó que venía muy descansado y muy emprendedor.
En reunión privada con el personal de confianza, Mister Sohnen anunció un plan de “reestructuración.” El punto central era deshacerse de los técnicos de la forma más barata posible.
Su objetivo era hacerlo en 18 meses. Su estrategia era la reconversión industrial para crear una maquiladora sin técnicos, operada con trabajadores generales, no especializados, con pago de salario mínimo. Su táctica era manipularnos y fastidiarnos para que renunciemos o, si no se puede, despedirnos dándonos unas migajas. Su meta era deshacerse de nosotros sin que “hagamos olas,” sin ruido. Nomás que desaparezcamos sin protestar y así ahorrarse el pago por liquidación que la Ley Federal del Trabajo, artículo 439 ordena que nos paguen. Lo que está en juego son millones de pesos en pagos por liquidación.
Este es un plan sucio contra nosotros. Una de la armas ha sido obligarnos a trabajar una hora extra diaria sin pago alguno para así cansarnos y “convencernos” de renunciar. Una compañera fue acusada de robo y sacada de la planta como criminal, con las manos esposadas y escoltada por la policía. Otros compañeros fueron llamados a la oficina de personal. Allí se les insultó, se les despidió y se les sacó de la fábrica sin previo aviso. Los compañeros que exigieron su reinstalación metieron demanda contra la empresa. Ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, los abogados del patrón aceptaron reinstalar a tres compañeros, pero la empresa los volvió a despedir luego de unas horas de haber regresado al trabajo. Juegos y maniobras sucias de un patrón que se dice “humanitario” pero que en verdad es un desgraciado.
Ya basta de tanto atropello. Hasta 12 horas al día quieren que trabajemos, y a veces sin siquiera tiempo extra quiere pagarnos. Ya basta de tener un salario congelado desde 2001. Ya basta de estándares de producción que se elevan continuamente y que además son ilegales. Ya basta de afectar nuestra salud. Ya basta de respirar pinturas y aerosoles, pegamentos y esmaltes, químicos y polvo de lijado en áreas inadecuadas, sin equipo de protección apropiado, y sin ventilación necesaria. Ya no queremos ser humillados con órdenes de trabajo que se nos gritan en forma ofensiva. Ya no queremos ser tratados como delincuentes. Ya nos cansamos de ser castigados a cada rato.
Demandamos que se respete la Ley Federal del Trabajo, que paren los despidos y los castigos, que se respeten los horarios de trabajo, que no aumenten los estándares de producción y que se pague indemnización a los y las trabajadoras despedidos conforme a lo que marca la ley.
Atentamente,
Coalición de trabajadores de Sohnen