“Tengo conciencia, soy responsable del bien común, no puedo excusarme ante el sin número de abusos en la administración de la justicia, abusos que se hacen más notorios cuando se trata de los débiles y marginados económica, social o políticamente” (1); Fueron estas las palabras con las que concluía el entonces obispo de Cuernavaca Don Sergio Méndez Arceo una conversación con Elena Poniatovska a las afueras del palacio de Lecumberri en el año 1969 para visitar a los huelguistas presos tras la masacre del 2 de octubre de 1968.
Esas palabras continúan haciendo eco hoy día a más de 48 años y es que las violaciones a derechos humanos, las injusticias y abusos perpetuados contra los sectores más vulnerados y marginados de este país no se aminoran; continúan siendo una realidad latente. Sin embargo, las luchas por la justicia social, por la verdad, por la dignidad contra los embates del despojo y el exterminio de la madre tierra, contra los desplazamientos forzados y por la sobrevivencia. Han encontrado no solo solidaridad y acompañamiento sino se han hermanado con quienes han optado por la defensoría y promoción de los derechos humanos como vía para salvar y dignificar la vida.
Es así que desde hace 25 años se reconoce con el Premio Nacional Don Sergio Méndez Arceo, la labor de mujeres, hombres y organizaciones que luchan por los derechos de personas, pueblos y comunidades que son víctimas de graves violaciones de derechos humanos. Este año han sido condecorados, con dicho galardón, la Hermana Leticia Gutiérrez Valderrama fundadora de la organización Scalabrinianas: Misión con migrantes y refugiados, en su modalidad individual. Y en su modalidad grupal, el CDHZL (Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero) quienes acompañan la lucha de diferentes pueblos, comunidades campesinas, indígenas y populares contra el despojo de sus territorios y bienes comunes en el Estado de México.
Para quienes vivimos en el Estado de México este premio cobra una gran importancia, pues es en medio de está innegable realidad de pobreza, corrupción, violencia, inseguridad, feminicidios, y despojos que nos han dejado los casi 90 años de gobierno priista mermando así la calidad de vida de los casi 15 millones de habitarepresión ntes que sostenemos al estado más poblado del país, realidad que se recrudece administración tras administración, ya que, por ejemplo, durante el actual gobierno de Eruviel Ávila, la pobreza extrema creció un 28% de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la política de Desarrollo Social (Coneval) (2). Los feminicidios se incrementaron un 70% lo que se traduce en 1658 mujeres asesinadas, según cifras de La Fiscalía General de Justicia del Estado de México (3) . En 2016, la entidad muestra segundo lugar de desempleo a nivel nacional, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) (4). Amiguismo, clientelismo político y un sinnúmero de irregularidades en las grandes obras de infraestructura son también características de los gobiernos priistas.
El CDHZL desde hace 5 años sumando la voluntad de, principalmente, jóvenes mexiquenses, comprometidos y comprometidas con la verdad y la justicia, acompañados del legado de lucha de la Alianza Única del Valle y dando en su nombre reconocimiento a un hombre común y luchador como lo es don Zeferino Ladrillero que a veces le hizo de árbitro de fut, otras de obrero, trailero, y las más de defensor de los derechos de su comunidad; Con la bondad y saberes que albergan y emanan de las dignas y valientes resistencias de nuestros pueblos ancestrales y nuestras comunidades segregadas.
Este centro de derechos humanos no sólo han dado acompañamiento y asesoraría legal a sistemas autónomos de agua, a los y las que luchan y defienden sus territorios sagrados contra los megaproyectos de muerte como; el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la autopista Toluca-Naucalpan y desarrollos inmobiliarios. A los y las que ponen en peligro su vida por defender la educación pública y gratuita y los que saben que la energía eléctrica es también un derecho humano, sino que además han hecho frente a esas leyes inhumanas como lo es la Ley Eruviel, que no solo atenta contra derechos fundamentales como el derecho a la expresión y organización, sino que además legitima y legaliza la represión a través del uso de municiones reales para la contención de la protestas social.
El CDHZL se ha convertido, hoy por hoy, en un referente de dignidad y valentía; de congruencia y solidaridad. Son pues, el amigo y amiga que los poderosos jamás podrán tener, son la sonrisa sincera y el abrazo hermano. Y son también la lucha incansable como señala la compañera Karina Bolaños, coordinadora del área de comunicación del centro, quien respondió lo siguiente a la pregunta de qué representaba para ella este premio:
“ Es darle importancia al esfuerzo que han desempeñado todos los compañeros que han pasado por el centro, que ese esfuerzo no ha sido en vano, que se ha logrado algo, algo, no lo suficiente por desgracia, pero eso no significa que el trabajo que estamos realizando no vaya enfocado a lograrlo, todo lo que hacemos está enfocado a seguir avanzando y hacer todo para que deje de haber injusticia, deje de haber violaciones a derechos humanos. Y que las personas que dedican su vida a defender los derechos humanos no sufran las consecuencias de haber elegido este camino que sabemos bien lo que implica; todos los riesgos (…) saben que su vida va de por medio. Por eso vale, muchísimo, la pena seguir a pesar de lo difícil que pareciera ser este camino largo que todavía nos depara mucho. Significa también reafirmar el compromiso con los pueblos, compromiso que debe ser cada día más fuerte. Momentos especiales ha habido muchos, pero lo que me haría realmente muy feliz es poder parar un megaproyecto, por ejemplo, poder decir que el aeropuerto ya no se va a hacer, pero mientras eso sucede debemos seguir trabajando junto con los pueblos y aprendiendo de nuestros errores. El Zeferino siempre va a ser un lugar especial para mi”.
Con estas líneas, desde el Semillero Itinerante del Estado de México, enviamos nuestro más amplio y sincero reconocimiento al CDHZL, a la Hermana Leticia Gutiérrez Valderrama y a todos y todas quienes luchan porque un día no se tenga más que premiar la defensa y promoción de los derechos humanos porque la vida será sinónimo de justicia, verdad, libertad y dignidad.