Mienten porque tienen miedo
Los estudiantes de Ayotzinapa, de las normales públicas de Guerrero y las restantes normales rurales del país que se aglutinan en la Federación de Estudiantes Socialistas Campesinos de México (FECSM), han escalado sus acciones y se han insertado en una nueva etapa del movimiento que exige la presentación con vida de sus 43 compañeros desaparecidos, así como justicia para las 3 ejecuciones extrajudiciales en contra de Julio Cesar Ramírez Fuentes, Daniel Solís Gallardo y Julio Cesar Hernández Nava; así lo hizo saber Omar García en entrevista con Regeneración Radio, al señalar que tanto padres de familia como estudiantes “estamos dispuestos a todo, a entrarle a las actividades del tipo que sean, somos partidarios de hacerlas pacíficamente, violentamente, ya importa poco”, dijo que esto es producto del trato que están haciendo las autoridades del estado mexicano del caso, pues “son muchos días, mucha ineptitud, credibilidad cero de parte de nosotros a las autoridades”. Omar nos hace una pregunta: ¿Qué haría la sociedad en nuestro lugar, que harían ustedes, que haría cada persona que tenga un poco de sensibilidad humana?
Desde que se encuentran en este nuevo punto de inflexión, el común denominador en los medios de paga (aún de aquellos de los que se jactan de apoyar a los estudiantes de Ayotzinapa, quienes duermen, comen y utilizan su internet para publicar) es el de la criminalización de las acciones radicalmente simbólicas que se están llevando a cabo en Guerrero (quema del Palacio de Gobierno del Estado, Presidencia Municipal de Iguala, Congreso del Estado, sólo por nombrar algunas). Ya no se diga de los que se dicen de ser “democráticos” y que a través de su imparcialidad señalan de violentos en boca de las versiones oficiales que propagan las autoridades de gobierno.
Estas descalificaciones de parte de los medios de paga son producto del miedo, según afirma Omar García, además agrega que las acusaciones son una respuesta natural tanto de autoridades como de las estructuras del estado, así como de este tipo de medios, sin embargo, deja claro lo siguiente: “Lo que hay que entender es que nosotros a pesar de eso no nos vamos a detener…el movimiento ha encontrado simpatía y a pesar de que quieran detenerlo y descalificarlo no lo van a lograr, porque hay muchos sectores que conscientemente están participando, y… los que estén actuando por primera vez en el movimiento saben y van a saber que nuestras acciones tienen justificación, porque nadie en su sano juicio permitiría, o se quedaría de brazos cruzados viendo como matan a sus hijos o sus hermanos”.
Las descalificaciones
El cinismo de los medios de comunicación impresos de las principales ciudades del Estado de Guerrero caen en la desfachatez al pregonar apoyo a los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, mientras todos y cada uno de ellos cumple con la cuota política de inserciones pagadas por el gobierno, además de que su línea editorial desdeña el movimiento popular que exige la presentación de los estudiantes desaparecidos y justicia para los estudiantes asesinados.
De ejemplo basta citar la multitud de fotoperiodistas que rodean cada una de las movilizaciones impulsadas por los normalistas de Ayotzinapa, ellos agregan que siempre han estado con los estudiantes y que sólo van por la fotografía y a mandar información para su medio de comunicación, sin embargo, el perfil de las notas que se publican poseen una narrativa que criminaliza los actos simbólicos que se realizan (y que es justificada a través de su fotografía), como el caso de la quema de vehículos en el palacio de gobierno del estado de Guerrero, o las expropiaciones de productos y vehículos a empresas transnacionales.
Así pasa con el periódico “el Sur de Acapulco”, quien el nueve de noviembre encabezaría una nota con las siguientes líneas: “Es el momento en que Tlachinollan, la CETEG, los estudiantes de Ayotzinapa y los padres de familia así como los movimientos reflexionen del gran daño que le están haciendo a Guerrero: Rogelio Ortega”; en la nota a través del “objetivismo e imparcialidad”, dando cuenta de la visión oficial, velan los señalamientos y la criminalización de las acciones de normalistas y magisterio en ese estado.
Es muy sencillo señalar la rabia organizada con resguardo del discurso oficial y con intensión de afianzar el desprestigio hacia la lucha social, expresado por las autoridades estatales en los consorcios televisivos, impresos y radiofónicos, sin cuestionar la impunidad, la injusticia y los montajes expresados en cada una de las movilizaciones multitudinarias, no solo en el estado de Guerrero, sino en todo el país.
Su trabajo es muy sencillo: linchar mediáticamente a quienes con furia rompen un cristal, incendian un vehículo o cuando increpan a un agente infiltrado en las marchas. Cuestionan el rostro cubierto, las pérdidas económicas por los “destrozos” y hasta a las organizaciones defensoras de Derechos Humanos, enfiladas a la protección de los más desposeídos, de los herederos la deuda pública; sin embargo, no se atreven a cuestionar las políticas represivas del Estado, así como la colusión con grupos paramilitares, ni mucho menos hacen referencia a la convivencia positiva del estado con el crimen organizado y su nula línea divisoria; por el contrario, reproducen el discurso oficial de difamación, señalamiento, y demeritan las acciones simbólicas que impulsan para exigir la presentación con vida de sus compañeros, les llaman vándalos: “No se puede exigir justicia para normalistas con actos vandálicos EPN“.
En su portal electrónico, el periódico 24 horas en la nota titulada “Normalistas queman 10 autos y dañan Palacio en Chilpancingo”, hace un llamado a la intervención policiaca por el ingreso al palacio de gobierno en donde rompieron vidrios con palos e “incendiaron autos que se encontraban al interior del inmueble, sin que autoridad alguna los detuviera”.
Los medios de comunicación –una vez más- son parte fundamental en preparar la represión por parte del aparato policial y militar ante el escenario de protesta que se vive en nuestro país, a través del señalamiento, la mentira, difamación, y los calificativos de violentos, vándalos, no son normalistas, hacen daño al estado, infiltrados.
Es necesidad urgente romper con la mentira y la tergiversación de los medios de paga, en ello radica la importancia de los medios libres, los cuales tenemos (o a eso se debería de aspirar) clara nuestra posición en las acciones por la presentación con vida de los compañeros: es nuestra forma de luchar, nuestra forma de contribuir –aunque pequeña- al acompañamiento de los pueblos organiza
dos que exigen un mundo mejor y buscan día a día la emancipación de este sistema deshumanizado que denigra, empobrece y extermina a los que menos tienen.
No se puede ser neutral u objetivo ante el crimen de Estado; la posición es clara: se camina a lado de la lucha de los pueblos, con la comunicación libre como herramienta de lucha. A pesar de las mentiras, burlas, señalamientos y amenazas por parte de los medios de paga para quienes reivindicamos la comunicación libre desde las calles de Guerrero, a pesar de que no reconozcan nuestra labor y nos llamen infiltrados y exijan “a la Asamblea Nacional Popular que dejen de infiltrar a su personal entre el gremio periodístico, haciéndolos pasar como fotógrafos o camarógrafos”, no vamos a cejar de ejercer nuestro derecho a la comunicación desde abajo.