México, DF 30 de octubre del 2014. Hoy por la tarde recibimos una llamada, “existe la posibilidad de que Mario González salga libre, le otorgaron el amparo” una emoción indescriptible recorrió nuestro cuerpo, felicidad mucha, pero también reservas, pensamos y sí es como la otra vez? que tal que lo vuelven a aprehender? Mario González, ese cchero que incomodo tanto a autoridades de su plantel, como a las de toda la UNAM, si, aquel que detuvieron arbitrariamente junto con más compañerxs (a quienes a su salida les comentó que en la notificación que le entregaron se mencionaba que ellxs habían sido también absueltxs) cuando se dirigían a la marcha del 2 de octubre de 2013 y a quien volvieron a detener, aún cuando no existieron pruebas en su contra de los delitos que lo acusaban y a pesar de haber pagado una fianza para llevar su proceso jurídico en libertad, aquel que mantuvo una huelga de hambre por más de 50 días para exigir su libertad.
Así pasó alrededor de una hora hasta que lxs abogadxs del Colectivo de Abogados Zapatistas confirmaron que saldría en las próximas horas, que no había argumento jurídico para retenerlo.
No dudamos en ningún momento en ir a recibirlo a las afueras de la torre médica de Tepepan, era una buena noticia, enmedio de muchas malas.
Y así llegamos y ya se encontraban unxs veinte compas, al transcurso de las horas fuimos siendo más hasta llegar a ser alrededor de cien personas, quienes ansiosamente esperábamos ver cruzar a Mario por esa puerta de cristal. Consignas, cohetones, saludos y música, a las que Mario respondía asomándose a la ventana, acompañaron la espera, el común de entre quienes estábamos afuera era la gran sonrisa que ningunx podíamos disimular, Paty, mamá de Mario, no lograba contener la felicidad, iba a ver nuevamente a su hijo en libertad. Agradeció a quienes ahí estábamos, compartió abrazos e inclusive fotos de Mario cuando era pequeño.
Así esperamos gritando, platicando, con frío, pero sin ocultar la alegría que nos hacía saber que estábamos nuevamente ahí, pero esta vez Mario se iba con nosotrxs. Pasó el tiempo y no salía, decidimos hacer ruido en las puertas de cristal de ese lugar, nos decían ya va a salir, pero insistimos. Comenzamos a ver movimiento adentro hasta que una voz dijo “Ahí viene, ese es Mario” esa sensación no se puede describir, ver y abrazar a Mario verle contento y diciendo que nos falta mucho por hacer para sacar a lxs demás presxs, nos hace pensar que tiene razón, nos faltan más y vamos por todxs, pero ahora él caminara a lado nuestro.
Posteriormente quemo el uniforme de color beige que portaba al salir, para dar paso a abrazar a cada una de las personas que ahí nos encontrábamos, agradeciendo que ahí estuviéramos. “Hay que ir por algo de comer banda, llevo más de un año comiendo pollo” las risas no se hicieron esperar. Y así permanecimos un par de horas, contentxs, emocionadxs, y con la convicción de que “no estamos todxs, faltan lxs presxs”.
Antes de irnos, Mario tomó el micrófono y les habló a sus compañeros que se quedaron dentro, mientras ellos respondían encendiendo y apagando las luces para que el supiera que lo escuchaban.