Expresión libre contra la barbarie: Fermín Muguruza en México

• Fotografía:Fernanda Lopez

Llego a la cita al concierto “Expresión libre contra la barbarie” acompañado de Virgilia, mi guía en los círculos que no conozco bien, asombrosamente temprano. Con trabajos y empujones logramos bajar del metrobús en la estación Revolución, muestra de un sistema indigno para seres humanos, como todo el transporte público urbano de este país.

Caminamos cercados por ese cuerpo policial tan particular de México que está uniformado como granaderos, equipado como granaderos, entrenado como granaderos, con función de granaderos… pero que no son granaderos, ¡válgame la purísima cuatro te! Por supuesto, con un montón de personal femenino, como si la represión fuera cuestión de género y no de ejercicio de poder.

Tal vez, muchos de estos guardianes y guardianas del orden socialdemócrata chilango estuvieron en el multiforo Alicia cuando se canceló el concierto de Muguruza quesque porque no había permisos ni medidas de seguridad y llegó el Ejército, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (neolengua para policía) y luego nadie supo nada, ni el gobierno federal, ni el local ni la alcaldía.

Este es el primer concierto de hip hop, fusión rock punk reggae ska, y rock radical vasco, por lo que si no fuera por Virgilia estaría totalmente perdido. De hecho, casi es mi primer masivo de cualquier género musical en un lugar público, así que todo me llama la atención, como el hecho de que la gente esté relativamente tranquila, platicando, mientras, los vendedores ofrecían mercancía obviamente pirata, como la gorra que compre de Fermín “Munguruza” (sic).

A punto de las 17 horas del último domingo de agosto apareció en el escenario montado en el monumento a la Revolución, Niña Dioz con su rap potente, feminista, ideológico desde Monterrey. No había aún mucha gente, pero sí muy entusiasta, de la voz de Carla Reyna y sus rolas, muchas de ellas sobre la temática LGBT.

La gente va llegando, sobre todo jóvenes, algunos mucho, pero también gente de mayor edad que mi guía, Virgilia personal, que me va explicando los usos y costumbres, así como poniéndome sobre aviso de posibles riesgos e, incluso, protegiéndome físicamente a pesar de que ella pesa como la tercera parte que yo.

Así, cuando veo a dos tipos dándose madrazos, y la gente gritándoles instrucciones como “¡ya, pendejo, si sabes a lo que vienes ahora te aguantas!”, Virgilia me pone detrás de ella y me dice que ya se armó el slam y que no me vaya a meter, porque me van a matar (ya, ni que tuviera casi 70 años). Veo a los participantes, casi puros hombres dando vueltas golpeándose con el cuerpo y disfrutando el goce físico del contacto y la adrenalina y no puedo dejar de recordar a mi fallecido hermano Eugenio quien, en un pasado seguramente me hubiera obligado a entrar al círculo del slam.

Con Niña Dioz se presentó Ximbo, Jimena de Santiago, que en sus más de dos décadas de carrera se considera como una de las pioneras del hip hop en México y que, al igual que Niña Dioz, para ella la música es un vehículo ideológico de activismo, conciencia de clase y visibilización de los problemas sociales que pareciera que casi no existen para el gobierno actual, contexto en el cual pudimos escuchar rolas como “Mezcal”, “Libre” y “Cuando, cuando”.

II

Las nubes empiezan a ensombrecer el escenario, pero eso no impide que crezca la audiencia. Las manifestaciones culturales del hip hop y el activismo político se hacen cada vez más visibles. Flamean banderas y pendones de Palestina, la gente en cierto sentido se ve un poco más dura y aumenta, no lo vamos a negar, el consumo de mariguana, alcohol y activo, porque hasta en drogas hay lucha de clases.

Decididamente el ambiente se calienta con el poderosísimo Tijuana No dando un espectáculo con la experiencia de décadas de presentaciones, pero con la frescura de un trabajo bien hecho. La banda, como si tuviera 20 años menos, se mueve por el escenario con un mensaje decididamente contra el imperio, abiertamente antigringo, porque se dan cuenta que ellos son nuestro principal enemigo y que deben impedir que lo olviden, con el apoyo de Linda Owen

Slam, jóvenes muy jóvenes, otros ya no tanto, hombres y mujeres participan en un ambiente asombrosamente respetuoso, al menos desde mi perspectiva casi de septuagenario, sin acosos y con gente que procura no meterse en mal plan con los demás, por más borrachos (como el batillo que acaba de terminarse su Cosaco de cuatro litros) o llenos de activo se encuentren.

Un tipo se me acerca y, al momento que me extiende una latota de cerveza y un Orange Crush a medias, me dice: “Jefe, sin faltarle, ¿me detiene mientras entro al slam?” Detengo sus cosas, total, y luego Virgilia lo localiza para devolvérselas. Sin mayor drama.

Tijuana No canta lo que sabe, y con Ceci Bastida arremete con “La esquina del mundo”, la versión en español para “Spanish Bomb” de The Clash y, sobre todo, “Pobre de ti”, la canción que para mí representa ese grupo, por más que Virgilia me diga que eso es porque más bien soy básico e ignorante. Como quiera que sea, se disfruta la presentación cargada totalmente de un fuerte discurso zapatista, antiTrump, proinmigrantes y propalestino.

Es emocionante ver la gran cantidad de personas, sobre todo jóvenes, que están ahí no solo por el gusto de la música, sino porque saben que ese concierto tiene una intención política y pedagógica. Desde preguntarle a los diferentes niveles de gobierno las razones que los llevaron a cancelar el concierto de Muguruza en el Alicia, y luego darle este, en esos vaivenes tan cuatro te, hasta mantenernos alerta del peligro constante y real del fascismo.

Empieza a llover, aunque es una lluvia hasta cierto punto gentil, como de cuento de Bradbury; no podemos imaginarnos que unos kilómetros más al sur las proverbiales fuerzas de la naturaleza se han desatado inundando Quevedo, Copilco, CU, Viveros y causando daños entre medianos y graves en lugares como la librería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo.

III

Que si ocho mil, diez mil o quince mil personas, estuvimos en el concierto-manifestación. No sé cuántos miles, pero la asistencia impresiona no solo por su ánimo, sino porque en su mayoría muestra politización y no solo interés por la música.

Llega el momento de Fermín Muguruza, toda una institución en la música, el arte y la escena política. Desde que se presenta en el escenario capta la atención. Agradece, como lo hará muchas veces a lo largo de su presentación, al pueblo mexicano (no al gobierno, ojo) su solidaridad y cariño y no calla en recordar el caso de Alicia.

Desde sus épocas de Kortatu, institución del rock radical vasco, Muguruza mantiene una convicción antifascista y de denuncia inquebrantable, que le dan el referente moral para poder criticar tanto al imperio asesino de niños, recordando a Estados Unidos e Israel; como al franquismo y su hija ilegítima llamada “corona española”, que mantiene prisioneros de guerra euskeras en las cárceles de España. Tampoco pierde de vista las luchas latinoamericanas, africanas o asiáticas, como un verdadero internacionalista que es.

A pesar de que el concierto se desarrolla en una extraña mezcla de español, euskera, francés e inglés, la gente escucha, baila y corea las canciones y las consignas. Se repite la demanda de libertad para Palestina, el recuerdo de los desaparecidos políticos, y la pertinencia de la lucha y la unidad antifascista popular como único medio de combatir el

mal que acecha en el mundo.

“Expresión libre contra la barbarie” reunió cuatro décadas de lucha artística desde el escenario, de la misma manera que unió generaciones entre los asistentes. A unos metros del slam pude ver a una niña muy pequeña, tal vez de unos cinco años, protegida por su padre, mientras que yo, un tipo de 68 años tampoco sentí nunca ningún tipo de amenaza a pesar de los miles de cuerpos a mi alrededor, algo que no puedo decir cada vez que me subo a metro, micro o metrobuses.

Además de su maestría musical y su gran comprensión política, el concierto de Muguruza se caracterizó por una propuesta visual, de calidad cinematográfica, poderosa y radical que permitió un recuento de los principales movimientos de izquierda del mundo, así como una muestra de muchas de los peores momentos actuales, entre los que destaca preponderantemente la barbarie sionista sobre el pueblo palestino.

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Gabriel Páramo
Gabriel Páramo
Profesor universitario, periodista.

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