Emiliano Zapata no se autonombró Caudillo del Sur, ni Ricardo Flores Magón reivindicaba el “magonismo”. En cambio, Andrés Manuel López Obrador sí autoproclamó a su gobierno como la “4T”. Su obsesión por colocarse dentro de la historia le hizo cometer acciones que forcejean con un reconocimiento que no se ganó: el de la Transformación. Más bien intenta colgarse de figuras clave de la historia mexicana en un afán de sobresalir como presidente de México.
Esta ambición de control y poder lo llevó a colocar una narrativa que es un juego de sombras y simulaciones. ¿Qué sucede? Se repite tanto el concepto «Cuatro T», que hay quienes piensan que existe una política de transformación estructural. Más que suponer un cambio profundo, el discurso político institucional está cimentado en un robo de las palabras de izquierda que nacieron de los movimientos sociales históricos, aunque eso no es lo más alarmante. Más que hablar de una 4T, este gobierno tiene más de 4D: