Los nunca alineados al horario de verano: el EZLN es un reloj de arena

Si pensamos en “los nunca alineados al horario de verano” es casi inmediato tener en mente a los pueblos indígenas como principales resistencias ante esta medida gubernamental que poco entusiasmo generaba entre la población y poco sentido hacía en los campos y en los pueblos originarios.

En sus tierras, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se refiere al tiempo de dos formas: 1) el horario de la resistencia 2) El horario del mal gobierno. Es así como el cambio de hora no se instauró nunca en estas zonas autónomas, a pesar de que esta medida duró 26 años. Este 30 de octubre de 2022 en México se atrasó por última vez el reloj debido a una reforma gubernamental que elimina el horario de verano. Esta práctica fue instaurada en 1996 durante la gestión presidencial de Ernesto Zedillo.

El EZLN coloca en sus memorias escritas que hace 26 años, precisamente cuando se celebraban los «llamados Diálogos de San Andrés, [en donde] la delegación gubernamental cuestionaba a la delegación zapatista sobre sus relojes. Palabras más, palabras menos, les reclamaban: “Ustedes hablan mucho de que el tiempo zapatista y traen relojes digitales y tienen la misma hora que nuestros relojes”».

El horario de verano fue instalado bajo una lógica de producción capitalista convencional: entre más luz hay durante el horario laboral, la producción tendría un mayor rendimiento, este esquema es compartido con la dinámica de vida de las ciudades estadounidenses fronterizas. Las y los zapatistas decidieron no enmarcar su tiempo bajo ese formato, lo que provocó algunos señalamientos y burlas en momentos determinantes para el zapatismo:

“Nos han dicho que, en la era digital, nosotras, nosotros, zapatistas, somos como esos relojes que funcionan con muelles, engranes y resortes, y a los que hay que darles cuerda manual. “Anacrónicos”, dijeron.  “El pasado que viene a pedir cuentas”, sentenciaron.  “El rezago histórico”, murmuraron.  “Un pendiente de la modernidad”, amenazaron.”

La decisión del EZLN sobre no alinearse es cuestionada bajo la lupa del discurso de progreso, que es uno de los más comunes para descalificar a los pueblos indígenas. Es así como los rebeldes comparan los smartwatch y se autodenominan:

“En esta era tecnológica que nos contempla con reprobación burlona, nosotras, nosotros, zapatistas, somos más bien como un reloj de arena.

 Un reloj de arena que, aunque no pide actualización cada 15 minutos y no requiere tener saldo activo para funcionar, tiene que renovar una y otra vez su limitado conteo.

  Aunque poco práctico e incómodo, como de por sí somos los zapatistas, las zapatistas, el reloj de arena tiene sus ventajas.

 Por ejemplo, en él podemos ver el tiempo transcurrido, ver el pasado, tratar de entenderlo.

Y podemos ver, también, el tiempo que viene.

Porque eso le insinúan, le aconsejan, le piden, le ordenan, le mandan: viva el instante, viva ese presente que ya puede reducir aún más con la más alta y sofisticada tecnología.  No piense en el tiempo que ya yace en el ayer, porque en el vértigo de la modernidad, es lo mismo “hace un segundo” que “hace un siglo”.

 La lucha es algo donde hay que estar atento al todo y a las partes, y estar listas, listos, porque ese último granito de arena no es el último, sino el primero, y que hay que darle vuelta al reloj de arena, porque ahí no está el hoy, sino el ayer y, sí, tiene usted razón, también el mañana.

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