El Escuadrón 421, conformado por siete integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), regresó de Europa y aterrizó en el aeropuerto de la Ciudad de México. Luego de casi tres meses de recorrer varios países, dialogar y encontrarse con “la Europa de abajo”, regresan a México y serán relevados por La Extemporánea, comisión integrada por 177 zapatistas que partirán el 13 de agosto con dirección a la ciudad de Viena, en Austria.
El Escuadrón 421 partió de México en mayo, a bordo de la embarcación La Montaña, con ella navegaron mares hasta ver el horizonte europeo. Después de su recorrido, regresaron en el vuelo LH498, desde Frankfurt, Alemania. Una comisión del EZLN, con el Subcomandante Insurgente Moisés a cargo, acudió para recibirlos en la Terminal 1.
“Dedicamos este esfuerzo (que incluyó a muchas personas no zapatistas y algunas hasta antizapatistas), a todas las desaparecidas, a las familias que sufren su ausencia y, sobre todo, a las mujeres y hombres que luchan por encontrarlas y conseguir la verdad y justicia que todas necesitamos y merecemos”, dijo el 30 de agosto el Subcomandante Moisés en un comunicado emitido en su página oficial, Enlace Zapatista.
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Esto no es un truco de magia zapatista ¿O sí?
El sonido de los tambores marca la tensión. La espera. Hay colectivos, organizaciones, individuos e integrantes del Congreso Nacional Indígena (CNI). Se mantienen en alerta y a la expectativa de que se abran las puertas de llegada y salga el Escuadrón 421, integrado por cuatro mujeres, dos hombres y un «compañeroa». Los cristales automáticos se abren una y otra vez, pero no aparecen los rebeldes. Ni aparecerán de ese lado.
La hora de llegada está anunciada a las 6 de la tarde con 30 minutos. La agrupación musical, La Comparsa, toca los instrumentos. En algunos momentos cesan, en otros imprimen más ritmo. Hay varias expresiones de apoyo y de afecto: Un cartel en color azul dice «Bienvenidos», junto a una embarcación zapatista de papel, en colores cálidos. Un hombre tiene en su mano una carta con un mensaje de bienvenida. Hay mantas, mensajes, banderas.
María de Jesús Patricio, la vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) sonríe mientras esperan la llegada. Sostiene una manta con la estrella roja y las letras del mismo color: «E-Z-L-N».
«Chiapas, Chiapas no es cuartel, fuera ejército de él», gritan las personas simpatizantes. Mientras tanto, siguen descendiendo viajeros nacionales y extranjeros. Miran con asombro la congregación, aunque no saben de qué se trata.
“¿Zapatistas? Pero ese movimiento ya fue desde hace mucho”, se escucha decir a una mujer que sale de la puerta de arribo. Se generan breves debates en la sala. Fugaces, como la vida citadina.
Esta escena se asemeja a algo que ocurrió hace años. Siete, para más exactitud. En un territorio zapatista de selva, en el caracol de La Realidad. Los medios esperaban que la comandancia saliera al templete que se colocó, las cámaras y grabadoras estaban listas, tripiés colocados, lugares asegurados para la mejor toma. Pero un truco “terrible y maravilloso” hizo que la comandancia del ejército “apareciera” en el lado opuesto del escenario. Permanecieron varios minutos ahí sin que nadie lo notara, hasta que el Subcomandante Insurgente Galeano (antes Marcos) dijo: «Buenos días, Ciudad Gótica». Aquel agosto de 2014 explicó: Un truco de magia que puede durar dos minutos o hasta veinte años, “esto es en términos militares una maniobra de diversión”.
Este sábado 11 de septiembre de 2021 todo el equipo estaba listo para retratar el aclamado momento. Las personas en sus posiciones para mostrar una manta, un cartel o un grito de apoyo. Pero este no fue un truco de magia zapatista, sino una decisión de las autoridades aeroportuarias, que llevaron al escuadrón por otra salida, por lo que la bienvenida no se efectúo conforme a lo planeado.
Este no fue un truco de magia zapatista inmediato, pero sí uno que lleva en cocción muchos años. Es el resultado de salir, cubrir el rostro para mostrarse, viajar para decir “existimos”. Primero a la Ciudad de México, en la década de los 90, después en 2006 por toda la república y ahora recorren el mundo.
Con la euforia colectiva, la espera y la alerta, se muestra la vigencia y la relevancia de la voz de este movimiento, 27 años después de que se levantaron en armas y decidieron construir autonomía.