Calles empinadas, mal trazadas, vacías aunque se adivina que tras las ventanas de las casas hay muchos ojos expectantes. Una pipa sube trabajosamente, se escucha el sonido forzado del motor. Varios motociclistas le cierran el paso; el chofer maldice, les mienta la madre, pero de repente se calla, cuando uno de los motociclistas lo encañona al con una pistola 9 mm y otro amenaza al ayudante con el proverbial cuchillo cebollero de los crímenes…
Parece el guion de una película postapocalíptica australiana filmada en la Ciudad de México, pero es la vida real de este México posmoderno y amenazado. En el sureste de la capital, en la Alcaldía Tláhuac, dirigida (es un decir) por Raymundo Martínez Vite, bandas de personas armadas están secuestrando pipas de agua para garantizar su suministro de líquido.
Los vecinos acusan a políticos, a Antorcha Campesina, a Morena, pero, sobre todo, a las autoridades de la alcaldía que desde hace meses se niegan a suministrar agua por la red de agua potable, alegando que está en malas condiciones, cuando los propios vecinos han demostrado que esto no es cierto y tienen evidencia que su agua se está desviando a industrias de la zona.
COMO EN EL DESIERTO
Desde hace varios meses, la población de muchas colonias populares de la alcaldía Tláhuac están sin agua potable. La red simplemente no funciona y las autoridades solo dan promesas, pero las llaves siguen secas. Una de las representantes vecinales expresa: “sabemos que estar sin agua es estar sin vida, y a pesar de nuestra constante participación en mesas de trabajo donde se nos ofrece arreglar esta carencia, cien mil personas seguimos sin tener agua. Agua para tomar, para cocinar, para lavar, para limpiar”.
Una vecina se queja de que aunque estaba en la lista, las pipas nunca llegaron; otra, nos muestra que solo le queda medio tambo de agua tratada para el baño y nada para cocinar; una más, asegura ruborizada que hace días no se bañan. “Estamos como en el desierto”, opina entre festiva, resignada y enojada, una viejecita.
Los habitantes se han dado cuenta de que la única forma en que la autoridad les hace algo de caso, es mediante el cierre de avenidas, como expresaron apenas hace unas semanas en un comunicado: “Debido a la negativa de las autoridades de resolver la grave situación de falta de agua potable que nos aqueja, los vecinos de las colonias La Estación y Zapotitla cerraremos mañana Avenida Tláhuac en dos puntos: a la altura de calle Amado Nervo y a la altura de Paso Conejo a partir de las 8 de la mañana”.
La única respuesta fueron unas cuantas pipas y que mucha de las personas ajenas al problema, incluyendo parte de la prensa, los acusaran de no tener conciencia, de ser revoltosos e, incluso el alcalde, mencionó que cómo se les ocurría cerrar con la amenaza de la pandemia.
CIEN MIL PERSONAS SEDIENTAS
Se trata de más de cien mil personas que, en plena crisis de salud causada por el COVID-19 y su errático combate, carecen de lo que cursimente se conoce como el “vital líquido”, pero que en esta ironía cuasipostapocalíptica que vivimos, resulta una descripción precisa.
El ingeniero Héctor M. Reyes, director de Agua y Potabilización de SACMEX, desoye a los vecinos, las califica de “viejas argüenderas, no acude a las reuniones y desconoce lo que sus representantes, en nombre de la Alcaldía de Tláhuac, cuando prometen resolver el problema. Apenas, manda unas cuantas pipas para acallarlos, pero no hace nada no ha hecho nada, la gente sin agua con el consiguiente perjuicio para la calidad de vida y con los riesgos sanitarios que esto conlleva.
Entre las colonias afectadas en la Alcaldía de Tláhuac están La Estación, Zapotitla, Ampliación Selene, La Conchita, Nopalera, Zapotitlán, Talaltenco, Agrícola Metropolitana, lo que representa más de cien mil personas de todas las edades a las que se les está negando el derecho a tener agua potable que, recordemos, es una obligación legal de la Alcaldía proporcionar.
AGUA, DERECHO HUMANO
El problema es, indudablemente, de las autoridades. A pesar de los reclamos que las autoridades han hecho al respecto, los pobladores de ninguna manera son culpables ni están exigiendo algo fuera de lógica. El 28 de julio de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció el derecho humano al agua y al saneamiento, y aunque el actual gobierno federal y local parece ignorarlo, los derechos humanos no se cuestionan, no se someten a voto, no se espera a que otras prioridades del gobierno se cumplan para garantizarlo.
Las representantes vecinales aseguran que: “hemos pedido respetuosamente a la alcaldía de Tláhuac y en particular al ingeniero Héctor Reyes, del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, que nos den agua y solo nos han dado promesas, largas, un trato condescendiente que muchos de nosotros sentimos como burla”.
“Hace meses, se quejan, que no sabemos lo que es llenar la cisterna de un escusado, que la ropa se va deteriorando por lavarla con agua que reciclamos”. La privatización oculta del agua, que obliga a comprar el líquido potable en botellas y garrafones, es la norma en esta zona de la ciudad de ingresos bajos y de pobreza.
En particular, el ingeniero Reyes, desde la primera mesa de trabajo sostenida hace ya cuatro meses, se comprometió formalmente a brinda agua por la red, pero su palabra valió muy poco, porque cuando llega a haber agua, es escasa, por pipas.
Aunque los problemas de agua en la zona son viejos, más de ocho años, está situación que está degradando terriblemente la calidad de vida de cien mil mexicanos se ha venido agravando hasta llegar a extremos angustiosos en el marco de la pandemia y la situación se está agravando.
En su más reciente comunicado, que no ha recibido respuesta, vecinos de las colonias La Estación y Zapotitla expresaron:
“Miles de niños, mujeres, ancianos y hombres de las colonias La Estación y Zapotitla, Selene, Prolongación Jerusalén y Unidad Porvenir 204, sufrimos sin una gota de agua durante esta crisis sanitaria mundial provocada por el COVID-19.
“Urgimos a las autoridades para que se hagan cargo totalmente del reparto de agua por pipas, casa por casa sin saltarse lotes y sin injerencia de ningún grupo o gestor, para lo cual, nosotros nos haríamos a un lado responsablemente, esperando lo mismo por los demás involucrados.
“También es urgente el abastecimiento de agua por red, ya que estos días en las colonias La Estación y Zapotitla se ha agudizado el problema de escasez de agua. Lo problemas aumentan cuando se otorga la repartición sin control a grupos o gestores que no lo hacen de manera responsable casa por casa. La violencia ha estallado incluso han salido a relucir armas de fuego para llevarse pipas. Vivimos en anarquía total, donde la gente se concentra en los pozos para que de manera discrecional y sin control real se otorguen pipas mismas que son secuestradas.
“Nosotros responsabilizamos al Gobierno en general y a la autoridad a cargo en la colonia para repartir agua de algún hecho que se pueda lamentar, derivado de la incapacidad de actuación y falta de voluntad para dar soluciones y para generar diálogo”.
UN CAPÍTULO MÁS
La Alcaldía manda un nuevo mensaje. Promete dar agua mediante pipas a las colonias, lote por lote. Esto, me dice una señora, no es suficiente. Para empezar, dan un minuto de agua de pipa por lote, es decir, apenas unos mil litros cada semana, sin importar si en el lote vive una familia, varias o si, como es un caso común, se trata de una vecindad. Además, colonias de la parte baja que antes tenían agua ahora carecen también de ella.
La gente se prepara para recibir los mil litros, que suenan mucho, pero son una literal gota de agua. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) “la necesidad básica de agua incluye el agua que se usa en la higiene personal, no resulta significativo establecer una cantidad mínima ya que el volumen de agua que usen las viviendas dependerá de la accesibilidad al recurso”. Sin embargo, los expertos mundiales aseguran que acceso básico se define como disponibilidad de una fuente a menos de mil metros de distancia o 20 minutos de recorrido desde el lugar de utilización, y posibilidad de obtención fiable de al menos 20 litros diarios para cada miembro de la familia.
Una familia de siete miembros (padre, madre, tres hijos, dos adultos mayores), que no es para nada extraña en esta zona y que de hecho puede considerarse pequeña teniendo en cuenta que en muchos hogares habitan familias extendidas que incluyen padres, hijos, nietos, sobrinos, abuelos y más, gastaría un mínimo de 140 litros diarios. Su minuto de agua le duraría menos de seis días, uno de la semana lo pasarían secos.
¿Lo peor? La situación de Tláhuac no es una anomalía, sino lo normal en gran parte de la Ciudad de México y otros lugares del país.
Durante los muchos meses que lleva la falta de agua, los recibos no han dejado de llegar, por 200 pesos mensuales o más. Para mayor miseria de las autoridades, están cobrando un servicio que no brindan.