¿Dónde quedó el gasolinazo? De la protesta al pánico colectivo

El año 2017 inició con un incremento al precio del combustible: 20% sobre los precios que por sí aumentaban constantemente desde hace 6 años. Pese a que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, prometió que con la Reforma Energética los costos de los recursos disminuirían notablemente, en sus cuatro años de gobierno los precios no solo no bajaron, aumentaron un 47.9%.

Inexorablemente los bloqueos a las gasolineras y avenidas, las protestas ciudadanas, barricadas e incluso la expropiación de combustible para obsequiarlo a los transeúntes, comenzaron a emerger como una ola de indignación nacional durante los dos primeros días del año, sumándose de norte a sur en un solo grito: «No al gasolinazo».

Se acercaron quienes quizá jamás habían experimentado una movilización, aquellas personas que en otros momentos miraban escandalizadas a los normalistas de Ayotzinapa tomar gasolina para sus actividades políticas. Las consecuencias del aumento al valor del diesel se impregnaron, hasta llegar incluso a los costes de productos incluidos en la canasta básica y servicios esenciales.

Saqueo, una mezcla de provocación y pobreza

Durante el martes 3 de enero por la tarde-noche comenzaron algunos saqueos en tiendas departamentales (Coppel, Elektra, Bodega Aurrera, Oxxo) en municipios como Naucalpan, Ecatepec y Nezahualcoyotl.

El caos, el pánico y la histeria colectiva se apoderaron de las ciudades y de las redes sociales el 4 de enero: cientos de tiendas en su mayoría transnacionales fueron vaciadas completamente; notas de voz a través de Whatsapp alertando sobre una posible matanza «Vamos a disparar a fuego abierto, por favor no salgan, no salgan», decía una voz masculina alarmante y entrecortada; invitaciones para saquear las tiendas, difundidas a través del mismo método, provenientes de números telefónicos desconocidos e incluso activados apenas unas horas antes con planes prepago.

El municipio del atraco permanente

En Ecatepec -una de las zonas más pobres y violentas del Estado de México- todo comenzó en la tarde, cientos de tiendas desmanteladas. A las 8 de la noche -sobre la Avenida Central a la altura de metro Ecatepec- fue completamente desvalijada una sucursal de Coppel.

Llegaron decenas de personas en una acción coordinada, cinco sujetos encapuchados se movían en la zona, dirigiendo, mientras cada vez más ciudadanos pasaban curiosamente e incluso se sumaban.

Dos jóvenes de no más de 20 años de edad miraban tímidamente recargados sobre un automóvil, como quien duda, cuando por fin resolvieron «pues vamos a asomarnos, a ver si dejaron algo», desanimadamente salieron, ya no estaban ni las cámaras, afirmaron.
        
«¡Ahora el Oxxo!» comandaban los embozados. Algunas personas corrían sobre las escaleras de la estación del metro, otras resguardaban las mercancías en las colonias aledañas y algunas desaparecieron entre calles. Parecían dividirse naturalmente en dos grupos: uno de ellos perfectamente organizado y otro tan solo dejándose llevar como consecuencia de las carencias cotidianas que se viven en esas colonias abandonadas.

La policía tardó dos horas y media en llegar a la zona, al bajarse de las dos patrullas apuntaron directamente a quienes estaban en los alrededores para después detonar sus armas de fuego con dirección al cielo, detuvieron a un sujeto por algunos momentos y lo soltaron en breve, 15 minutos después se podía observar a la policía acompañada de sujetos vestidos de civil tomándose las latas de cerveza que quedaron en el Oxxo y platicando.

***

Como saldo nocturno, más de 100 personas fueron retenidas en el Centro de Atención Ciudadana de San Agustín. Una mujer salió muy lesionada del Ministerio Público, no podía sostenerse, prefirió no hablar. Testigos que por cuestiones de seguridad decidieron preservar su anonimato, relataron que esa joven intentó detener el saqueo del Elektra en San Agustín, fue detenida y golpeada por los elementos policiacos, que además se comportaron permisivos y alentadores, pues decían a los transeúntes que podían pasar por mercancía, no los iban a detener porque «todo estaba asegurado».

El Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero considera que el gobierno mexiquense ha empleado grupos de provocadores e infiltrados, los cuales están cometiendo desmanes para infringir temor y pánico en la población que está protestando.

Policía reservada para las protestas sociales

El 5 de enero en Ixmiquilpan, Hidalgo, cientos de policías llegaron en un fuerte operativo para desalojar a los pobladores que mantenían un bloqueo carretero desde el día primero, al no cumplir su objetivo se retiraron accionando sus armas de fuego, dejando decenas de heridos y al menos dos asesinados.

En Monterrey también se dio una movilización de más de 20 mil personas en contra del “gasolinazo”, una de las participantes afirmó la presencia de grupos externos que llegaron a irrumpir la manifestación gritando: «Vamos a incendiar el Palacio de Gobierno» y en seguida rompieron los vitrales. Los manifestantes que habían llegado a tempranas horas se quedaron replegados con un poco de desconcierto. Además la presencia policial fue muy breve «cosa muy rara, comúnmente los desplegados son enormes», afirma la entrevistada.

Por lo pronto, el costo de la gasolina Magna alcanza los 15.9 pesos, la Premium 17.79. El presidente del país, Enrique Peña Nieto, afirma que si no hubiera tomado estas medidas tendría que eliminar programas sociales, ejemplifica con los educativos y de salud. En las calles continúa la incertidumbre, la desconfianza, el rumor de los infiltrados y las problemáticas que arrastra el pueblo de México saliendo a flote. Pocas personas recuerdan el gasolinazo, pues ahora su atención gira en torno a los presuntos saqueadores. El pánico reina en las calles mexicanas.

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