I. NOS DECÍAN QUE ESTÁBAMOS LOCOS
Los tiempos de la cosecha de fresa estaban cerca y miles de jornaleros estaban preparados para cerrar la Carretera Transpeninsular el 17 de marzo de 2015. No había marcha atrás. Dos años antes, una consigna se había esparcido como la tolvanera por todo el Valle de San Quintín: salarios justos. Y entre los surcos, ahí donde apio, calabaza, hortalizas, chile, betabel, pepino, tomate, fresa, mora y frambuesa son sembrados para ser enviados allende fronteras, se hablaba ya de una “loca idea”: había que levantarse. Una mañana clarísima, en un paraje desértico a unos cincuenta metros de su casa en la colonia San Juan Cópala, Bonifacio Martínez recuerda el momento en que inició todo:
-Una tarde regresé del trabajo, cansado. Y vi a mi señora madre. Me contó que había trabajado durante toda la semana y no le habían pagado. Entonces fuimos con el patrón, quien le dijo que se esperara una semana. Me dio un chingo de coraje. Imagínate, se supone que tú trabajas para que te paguen, porque lo ocupas. Y fue que pensé: ¿Qué tipo de patrones tenemos? ¿Si de por sí nos pagan bien barato a dónde vamos a llegar? ¿Dónde están nuestros derechos?