El asesinato de Anas Al-Sharif: silenciar la palabra, asesinar la verdad | Columna de Opinión

La Lengua del Arrabal

El asesinato del periodista palestino Anas Al-Sharif en Gaza constituye un hecho de extrema gravedad no solo desde una perspectiva humanitaria, sino también desde el ámbito de la libertad de prensa. Su muerte, como la de tantos otros comunicadores palestinos en los últimos años, pone de relieve un fenómeno alarmante: el ejercicio periodístico se ha convertido en una actividad de altísimo riesgo, especialmente en territorios en conflicto, donde los periodistas no solo informan, sino que también incomodan, denuncian y documentan lo que el poder quiere mantener oculto.

Desde el inicio de la actual ofensiva militar israelí en octubre de 2023, han sido asesinados 220 periodistas palestinos, según datos de organizaciones como Reporteros Sin Fronteras (RSF). Esta cifra convierte a Palestina en el lugar más letal del mundo para ejercer el periodismo en la actualidad. La mayoría de estas víctimas eran periodistas locales, profesionales que, con recursos limitados y bajo condiciones de extrema vulnerabilidad, cumplían con el deber esencial de informar sobre las consecuencias humanitarias de un genocidio; Algunos fueron alcanzados por misiles mientras cubrían bombardeos. Otros murieron junto a sus familias, en sus casas, donde ni siquiera sostenían una cámara o una libreta, pero sí eran conscientes del poder de su voz.

En el caso de Anas Al-Sharif, el ejército israelí alegó que su asesinato se debió a que presuntamente lideraba una célula terrorista, sin presentar pruebas al respecto. Esta acusación se enmarca en una táctica sionista utilizada para criminalizar a quienes denuncian los abusos y crímenes de guerra cometidos en los territorios que han sufrido la devastación de este genocidio. Anas tenía apenas 28 años y, en varias de sus transmisiones, se le veía al borde del llanto mientras documentaba, dejando constancia de un sufrimiento colectivo que muchos quieren silenciar. Su asesinato fue una forma de apagar esa voz incómoda, de interrumpir una narrativa que, desde dentro de Gaza, desnudaba la brutalidad de la ocupación.

En el ataque directo a Anas, también fueron asesinados los periodistas Mohammed Qreiqeh, Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal, Moamen Aliwa y Mohammed al Khaldi.

El asesinato de estos 7 periodistas, como el de tantos, no puede entenderse como un daño colateral ni como un error táctico, sino como parte de una estrategia sistemática de silenciamiento. Documentar crímenes de guerra, registrar ataques a la infraestructura civil, contar las historias de quienes pierden todo bajo los escombros: estas acciones representan una amenaza directa para quienes ejercen el poder sin rendir cuentas. El periodismo en Palestina también se ha convertido en una trinchera de resistencia, una herramienta de preservación de la memoria frente al intento sistemático de borrar la existencia de un pueblo.

En Palestina  hoy no solo se registra una ofensiva militar desproporcionada, sino una crisis humanitaria sin precedentes. La población civil enfrenta hambre masiva, desplazamientos forzados, ataques sistemáticos a hospitales, escuelas y campos de refugiados. Frente a esta realidad, urge una respuesta internacional que esté a la altura de la gravedad de los hechos. Es necesaria una movilización política, académica y periodística que denuncie con claridad los crímenes que se están cometiendo y que exija justicia.

El periodismo no puede ser neutral frente al genocidio. La equidistancia entre el opresor y el oprimido es una forma de complicidad. Defender a los periodistas palestinos asesinados no es solo una cuestión de solidaridad profesional, es una necesidad ante un panorama que plantea el silenciamiento de la verdad en un lugar donde quienes ejercen esta labor están documentando el genocidio de su propio pueblo.

La muerte de Anas Al-Sharif no debe caer en el olvido. Su vida y su trabajo nos recuerdan que el periodismo sigue siendo una de las trincheras de la dignidad humana en tiempos de barbarie. Porque mientras haya alguien que escriba, que grabe, que cuente lo que ocurre, la verdad siempre tendrá una voz y un rostro.

Asesinar a personas periodistas es intentar borrar la memoria del pueblo.

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Marcos 'Ik'
Marcos 'Ik'
Marcos IK es un artista de Spoken Word, fotógrafo y comunicador social, originario del Estado de México. Su obra se distingue por una poderosa y contundente exploración de temas raciales, abordando la identidad, la resistencia y la justicia social a través de la palabra hablada. Su estilo único fusiona elementos de la poesía tradicional con los ritmos contemporáneos del Hip-Hop, ofreciendo una perspectiva incisiva y reflexiva sobre la experiencia racial en México y el mundo.

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