Carta a mis padres, febrero de 2008
Antonio Cerezo, CEFERESO #1
Martes, 26 de febrero de 2008
Antonio Cerezo, CEFERESO #1
Martes, 26 de febrero de 2008
Queridos padres:
A dos años de la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila. Ha pasado ya casi un año desde la última vez que les escribí (ya hasta mi cana desapareció…); pero eso no significa que no piense a diario en ustedes, que no los acompañe en sus dolores y alegrías, así como sé que ustedes nos acompañan en cada momento de nuestra vida. Espero estén lo mejor posible dentro de las circunstancias que les ha tocado vivir y han elegido.
A dos años de la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila. Ha pasado ya casi un año desde la última vez que les escribí (ya hasta mi cana desapareció…); pero eso no significa que no piense a diario en ustedes, que no los acompañe en sus dolores y alegrías, así como sé que ustedes nos acompañan en cada momento de nuestra vida. Espero estén lo mejor posible dentro de las circunstancias que les ha tocado vivir y han elegido.
Yo estoy bien física y anímicamente, ahora mucho más lejos de Héctor, pero alegre porque puede leer más que yo y conocer a más personas. Sí, también me preocupa algo donde está, pero creo que igual que cuando estando aquí tan cerca no le podía hablar y casi nunca ver. ¿Pasará este último año de nuestra condena más lento que los anteriores?, ¿Cómo saberlo?
Lo cierto es que la posibilidad de la libertad, en cualquier preso (o en la mayoría), provoca una emoción grande, pues renacen esperanzas, proyectos, posibilidades de retomar una vida cercenada por la cárcel.
Por supuesto, uno está libre hasta que diga la cárcel y para eso teóricamente nos falta un año. Así pues, mientras este breve y prolongado año se consume, permanezco en la tarea diaria de asomarme al exterior por medio de la radio y la televisión (más la primera que la segunda). Sin embargo, lo que escucho y veo me preocupa, en este momento, más que mis condiciones carcelarias.
Pienso que hay una gran ofensiva contra los derechos del pueblo trabajador: contra sus derechos laborales, políticos, humanos.
El actual gobierno con ayuda de otros partidos políticos están aprobando nuevas leyes con las cuales cercan al pueblo y le arrebatan derechos por los cuales éste ha derramado sangre a lo largo de nuestra historia como país. Esas nuevas leyes, bautizadas con el pomposo nombre de Reformas Estructurales, son en realidad instrumentos para explotar y oprimir aún más al pueblo trabajador para dejarlo indefenso ante los abusos de los patrones rapaces o de las autoridades de gobierno.
Los trabajadores no sólo deben conformarse con un salario miserable, deben además, no rebelarse contra su precaria situación, deben aceptarla sin buscar organizarse, sin protestar, porque las nuevas leyes que seguramente nos impondrán en materia judicial permitirán a las autoridades acusar a quien desee de terrorismo o de pertenecer a la delincuencia organizada por el sólo hecho de organizarse y comprometerse con la lucha social. Parece exagerado, pero no lo es, son muchos los estudiosos preocupados en el tema que alertan sobre este abuso que permitirán esas nuevas leyes.
¿Qué alternativa le dejan al trabajador?
Ahora ni siquiera la de migrar a los Estados Unidos, pues en aquel país con una recesión, para muchos ya manifiesta, las leyes contra los migrantes se endurecen, a la par que aumenta el desempleo. Ni para donde hacerse.
Y todavía falta la llamada Reforma Energética ¿qué pensaría Lázaro Cárdenas de que PEMEX será repartida entre el capital privado?
Sí, no venderán ni un tornillo, pero permitirán la profundización de la inversión privada en PEMEX lo cual casi, casi es lo mismo, pero la producción de la compañía será determinada aún más por intereses privados.
Es difícil la situación actual, muy difícil, para millones de mexicanos y no existe ninguna reforma que busque acabar con la pobreza, el desempleo, la explotación… aunque este gobierno diga lo contrario. Sin embargo, nuestro pueblo, parte de él, sigue organizándose y luchando; denunciando abusos, injusticias, actos de impunidad; exigiendo sus derechos. En la radio, sobre todo, escucho noticias a diario sobre marchas, mítines, plantones o de otros actos de protesta o denuncia. Campesinos, obreros, maestros, pacientes del IMSS, estudiantes; familiares de mujeres asesinadas, de los mineros muertos, de presos políticos y de conciencia, se movilizan, se organizan; las luchas surgen y continúan a lo largo de todo el territorio nacional, algunas más grandes o más pequeñas que otras, pero están ahí y me pregunto:
¿Cómo lograr unir todas esas luchas en una sola gran lucha?
¿Cómo lograr que intereses diferentes en algunos aspectos y comunes en otros confluyan en una sola lucha?
¿Cómo podrá enfrentar una izquierda fragmentada esta ofensiva contra el pueblo trabajador? ¿Cómo evitará ser golpeada y desarticulada por la represión?
Sí, algunas organizaciones podrán evitar su aniquilamiento, la historia lo ha demostrado; pero creo que en este momento no se trata únicamente de sobrevivir, sino de brindarle a nuestro pueblo una alternativa diferente de vida, de desarrollo económico, cultural, político; algo distinto, algo mejor que esta realidad de lucha por la sobrevivencia a costa de su dignidad.
¿Cómo construir un proyecto que responda a los intereses del pueblo trabajador y que sea una verdadera alternativa que se oponga al proyecto antipopular que hoy nos imponen?
¿Cómo lograr que ese proyecto alternativo sea abrazado y enarbolado por el pueblo?
La realidad me inquieta, muchas preguntas me asaltan y sé que tan sólo puedo escribirlas, al igual que mis reflexiones. Soy espectador de la realidad que se desarrolla fuera de estos muros.
Que logro ver un poquito es cierto, muy cierto, veo poco; pero eso poco que observo me ha ayudado a no encerrarme en mis propios dolores; a trascender mi circunstancia; a sentirme un poco libre cuando pienso en nuestro pueblo y sus infatigables luchas; a ser partícipe del deseo de transformar nuestra realidad social injusta, a ser partícipe de la praxis transformadora.
En fin, queridos padres, aquí seguimos tan necios como siempre en esta pequeña batalla que nos ha tocado librar. No sé cuando les vuelva a escribir, no sé si será posible hacerlo ahora que aprueben las reformas judiciales. No sé si cometeré un grave delito por escribirles, porque hasta eso puede serlo cuando las leyes son instrumento de la represión.
Queridos padres saben que los amamos y que donde estén siempre estarán con nosotros. Me despido por el momento; pero aprovecho antes para volver a agradecer a todas las organizaciones y personas solidarias con nosotros y con todos los presos políticos y de conciencia del país.
Un fuerte abrazo, queridos viejos, gracias por la vida
Con amor: Antonio. Febrero de 2008
A seis años, seis meses de prisión y a uno de nuestra libertad.
Lo cierto es que la posibilidad de la libertad, en cualquier preso (o en la mayoría), provoca una emoción grande, pues renacen esperanzas, proyectos, posibilidades de retomar una vida cercenada por la cárcel.
Por supuesto, uno está libre hasta que diga la cárcel y para eso teóricamente nos falta un año. Así pues, mientras este breve y prolongado año se consume, permanezco en la tarea diaria de asomarme al exterior por medio de la radio y la televisión (más la primera que la segunda). Sin embargo, lo que escucho y veo me preocupa, en este momento, más que mis condiciones carcelarias.
Pienso que hay una gran ofensiva contra los derechos del pueblo trabajador: contra sus derechos laborales, políticos, humanos.
El actual gobierno con ayuda de otros partidos políticos están aprobando nuevas leyes con las cuales cercan al pueblo y le arrebatan derechos por los cuales éste ha derramado sangre a lo largo de nuestra historia como país. Esas nuevas leyes, bautizadas con el pomposo nombre de Reformas Estructurales, son en realidad instrumentos para explotar y oprimir aún más al pueblo trabajador para dejarlo indefenso ante los abusos de los patrones rapaces o de las autoridades de gobierno.
Los trabajadores no sólo deben conformarse con un salario miserable, deben además, no rebelarse contra su precaria situación, deben aceptarla sin buscar organizarse, sin protestar, porque las nuevas leyes que seguramente nos impondrán en materia judicial permitirán a las autoridades acusar a quien desee de terrorismo o de pertenecer a la delincuencia organizada por el sólo hecho de organizarse y comprometerse con la lucha social. Parece exagerado, pero no lo es, son muchos los estudiosos preocupados en el tema que alertan sobre este abuso que permitirán esas nuevas leyes.
¿Qué alternativa le dejan al trabajador?
Ahora ni siquiera la de migrar a los Estados Unidos, pues en aquel país con una recesión, para muchos ya manifiesta, las leyes contra los migrantes se endurecen, a la par que aumenta el desempleo. Ni para donde hacerse.
Y todavía falta la llamada Reforma Energética ¿qué pensaría Lázaro Cárdenas de que PEMEX será repartida entre el capital privado?
Sí, no venderán ni un tornillo, pero permitirán la profundización de la inversión privada en PEMEX lo cual casi, casi es lo mismo, pero la producción de la compañía será determinada aún más por intereses privados.
Es difícil la situación actual, muy difícil, para millones de mexicanos y no existe ninguna reforma que busque acabar con la pobreza, el desempleo, la explotación… aunque este gobierno diga lo contrario. Sin embargo, nuestro pueblo, parte de él, sigue organizándose y luchando; denunciando abusos, injusticias, actos de impunidad; exigiendo sus derechos. En la radio, sobre todo, escucho noticias a diario sobre marchas, mítines, plantones o de otros actos de protesta o denuncia. Campesinos, obreros, maestros, pacientes del IMSS, estudiantes; familiares de mujeres asesinadas, de los mineros muertos, de presos políticos y de conciencia, se movilizan, se organizan; las luchas surgen y continúan a lo largo de todo el territorio nacional, algunas más grandes o más pequeñas que otras, pero están ahí y me pregunto:
¿Cómo lograr unir todas esas luchas en una sola gran lucha?
¿Cómo lograr que intereses diferentes en algunos aspectos y comunes en otros confluyan en una sola lucha?
¿Cómo podrá enfrentar una izquierda fragmentada esta ofensiva contra el pueblo trabajador? ¿Cómo evitará ser golpeada y desarticulada por la represión?
Sí, algunas organizaciones podrán evitar su aniquilamiento, la historia lo ha demostrado; pero creo que en este momento no se trata únicamente de sobrevivir, sino de brindarle a nuestro pueblo una alternativa diferente de vida, de desarrollo económico, cultural, político; algo distinto, algo mejor que esta realidad de lucha por la sobrevivencia a costa de su dignidad.
¿Cómo construir un proyecto que responda a los intereses del pueblo trabajador y que sea una verdadera alternativa que se oponga al proyecto antipopular que hoy nos imponen?
¿Cómo lograr que ese proyecto alternativo sea abrazado y enarbolado por el pueblo?
La realidad me inquieta, muchas preguntas me asaltan y sé que tan sólo puedo escribirlas, al igual que mis reflexiones. Soy espectador de la realidad que se desarrolla fuera de estos muros.
Que logro ver un poquito es cierto, muy cierto, veo poco; pero eso poco que observo me ha ayudado a no encerrarme en mis propios dolores; a trascender mi circunstancia; a sentirme un poco libre cuando pienso en nuestro pueblo y sus infatigables luchas; a ser partícipe del deseo de transformar nuestra realidad social injusta, a ser partícipe de la praxis transformadora.
En fin, queridos padres, aquí seguimos tan necios como siempre en esta pequeña batalla que nos ha tocado librar. No sé cuando les vuelva a escribir, no sé si será posible hacerlo ahora que aprueben las reformas judiciales. No sé si cometeré un grave delito por escribirles, porque hasta eso puede serlo cuando las leyes son instrumento de la represión.
Queridos padres saben que los amamos y que donde estén siempre estarán con nosotros. Me despido por el momento; pero aprovecho antes para volver a agradecer a todas las organizaciones y personas solidarias con nosotros y con todos los presos políticos y de conciencia del país.
Un fuerte abrazo, queridos viejos, gracias por la vida
Con amor: Antonio. Febrero de 2008
A seis años, seis meses de prisión y a uno de nuestra libertad.